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Dance me to end of love

Hace calor en esta noche de luna creciente y brisa de poniente. Huele a jazmín y Leonard Cohen anda de gira por España.

Pudiera parecer que nada tiene que ver con nada o que todo está relacionado con todo. Da igual.

Pudiera parecer que el amor tiene fin y que a él sólo se puede llegar bailando. ¿Será cierto?

Pudiera parecer que la luna, la brisa o el jazmín me han trastornado. ¿Y a quién no?

 

5 comentarios a “Dance me to end of love”

  1. Negativo. Aquí huele a combustible quemado y es maravilloso. Respira hondo. Berlín está al caer.

  2. Yo no concibo a un verdadero artista que crea en el arte por
    el arte lejos de la lucha por la vida diaria.

  3. He dicho lo anterior porque el tal Lenard Cohen no es trigo
    limpio, el apoya todos los crimenes de Israel en Palestina.
    Eso lo debe saber todo el que lo lee o lo escucha.

  4. Evidentemente, no tengo por qué justificar mis gustos musicales ni compartir que arte y política no puedan estar disociados.
    Me gustan casi todas las novelas de Vargas Llosa a pesar de mi distancia con respecto a sus planteamientos políticos. ¿Voy a dejar de leerlo por ello? ¿Sólo puedo leer o escuchar a los que piensan como yo?
    Ese reduccionismo que es incapaz de disociar la creación artística de la opinión política del creador y que entra en el terreno de lo sectario me agota.

  5. Alberto Montero está bien encaminado. Ánimo amigo, curar un trastorno de luna, brisa o jazmín con música no es arte menor. Quien ama la música conoce el secreto del consuelo.
    Yo me refugio en Wagner… ¡y vaya si soy anti-nazi!

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Alberto Montero