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Donde dije digo ahora digo Rodrigo

Hay gente de memoria tan frágil o de cinismo tan elevado que son capaces de decir una cosa y hacer la contraria sin que medie entre la declaración y la acción apenas seis meses.

Y no me estoy refiriendo a alguien cuyas declaraciones o decisiones pudieran ser tan irrelevantes social y económicamente como las mías. No. Me estoy refiriendo a un ex vicepresidente del gobierno, ex ministro de Hacienda, ex director gerente del Fondo Monetario Internacional y actual presidente de una de las principales cajas de ahorros del país, Caja Madrid. Me estoy refiriendo a Rodrigo de Rato y Figaredo.

Y es que Rato hace apenas unos meses dirigió un comité de “independientes” pagado por Unespa (la asociación empresarial de aseguradoras, mire usted por dónde) en donde se concluía -y entendemos que él mismo suscribía-, entre otras cosas:

a) que el sistema español de pensiones dejará de ser viable en 2022 si no se acomete cuanto antes una reforma;

b) que se debe tratar de prolongar la vida laboral efectiva de los españoles y que el principal camino para hacerlo era eliminar las prejubilaciones masivas;

c) que esas prejubilaciones utilizan el sistema al sistema público de pensiones para ajustar el mercado laboral y para sacar del sistema de empleo a personas a partir de los 50 años;

d) que no tiene sentido que el erario público subvencione las prejubilaciones y que, en su opinión, debería ser al contrario, es decir, que las ayudas se dedicaran a que los empleados de mayor edad permanecieran más tiempo trabajando;

e) y, ya de paso, aprovechaban para pedir que se alargue la vida laboral, elevando la edad legal de jubilación, y que se considerara toda la vida laboral para el cálculo de las pensiones.

Pues bien, se ve que lo que entonces Rodrigo de Rato, en tanto que director de este grupo de trabajo, entendía por bueno para la viabilidad del sistema de pensiones (otra cosa es que lo sea y a otras propuestas me remito), ya no lo es tanto cuando de aplicarlo en carne propia se trata.

Basta con ver como tras el acuerdo de fusión de Caja Madrid y Bancaja, Rato ha anunciado que se van a prejubilar a 3.400 personas.

A eso se le llama coherencia en el manejo de doble discurso que tan caro resulta a estos liberales de pacotilla cuya único compromiso es con su cartera y nunca con las ideas de las que tanto se llenan la boca. Porque si al menos fueran coherentes con las ideas merecerían respeto pero cuando tan sólo se es coherente con los intereses el único merecimiento al que optan es al oprobio.

Rato debería saber que uno no debería ser liberal cuando la banca obtiene beneficios y luego apelar al Estado, al que tanto se ha denostado, cuando aparecen las pérdidas; que uno no debe defender la ampliación de la edad de jubilación y luego, cuando toca ponerlo en práctica en la empresa que dirige, recurrir a las prejubilaciones; que uno no debe criticar las subvenciones y transferencias para la economía productiva o los desempleados y luego demandar 4.465 millones de euros para acometer una fusión que, de no producirse, habría acabado con la quiebra de Caja Madrid.

Son socialistas como Rodrigo de Rato los que están a punto de acabar con el capitalismo. Qué paradoja, ¿no?

3 comentarios a “Donde dije digo ahora digo Rodrigo”

  1. Con estas fusiones tan exigidas para la competitividad y bla, bla, bla, en realidad ¿seguimos poniendo dinero para que los butrones no se vean?
    Besote, Alberto, muy buen post.

  2. […] Donde dije digo ahora digo Rodrigo albertomontero.com/2010/06/16/donde-dije-digo-ahora-digo…  por markosss hace 2 segundos […]

  3. “Tenemos claro que nuestro mayor valor es el valor de nuestras personas”, en la Web de Caja Madrid.
    Este es nuestro Rodrigo Rato, echando a los tiburones su tripulación por la borda para salvar su barco; estará encantado con que se engrose el número de pensionistas prejubilados y se de un buen mordisquito a las cuentas de la Seguridad Social, a ver si de una vez quiebra y se cumplen sus predicciones.
    No sé qué es, pero huele un poco mal lo de la reestructuración de las cajas de ahorro, ajustes de empleo y cierre de oficinas, pero sus culos en los sillones de los consejos de administración seguirán bien pegados.

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Alberto Montero