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Su alegría es nuestro pesar

Según los expertos financieros, en estos momentos, invertir en deuda española no sólo es muy seguro sino que además es muy rentable, es decir, el riesgo de no recuperar la inversión es prácticamente nulo mientras que la rentabilidad es muy alta para un riesgo tan bajo.

Lo primero que uno debería preguntarse es por qué si el riesgo es tan bajo la rentabilidad que el Estado debe pagar por esos títulos no es semejante, si no igual, a la de los bonos alemanes, por ejemplo, que tampoco suponen ningún riesgo para los inversores y son considerados como los principales activos de reserva europeos. A igualdad de riesgo, igualdad de rentabilidad, ¿o no? Y si es que no, ¿por qué no?

Y la segunda cuestión que uno debe rescatar es la de que parecen estar diciéndonos que esa es una buena noticia, es decir, que el hecho de que Estado español esté pagando unas rentabilidades excesivas por sus emisiones de deuda a pesar de que su riesgo es muy bajo es lo mejor que nos podía estar pasando a los españoles.

Habría que recordar, entonces, que esas rentabilidades salen del bolsillo de los contribuyentes; que esa buena noticia no hace sino agravar la transferencia de riqueza hacia los agentes financieros del conjunto de la sociedad que ve como, al tiempo que paga sus impuestos, éstos fluyen inmediatamente hacia los tenedores de activos financieros al tiempo que el Estado recorta derechos sociales porque no tiene recursos para atenderlos. Se olvida que cuando sube la rentabilidad perdemos todos, salvo unos pocos, y que eso no debiera ser motivo de alegría sino de preocupación y angustia.

Un comentario a “Su alegría es nuestro pesar”

  1. Hombre, están mintiendo (al menos potencialmente).

    Quién lee Cotizalia? Tú me dirás pero me imagino que muchos pequeño-burgueses o “wannabees” que son potenciales inversores en deuda (siempre que no la consideren un riesgo excesivo). Es un clarísimo caso de propaganda económica dirigida a inversores potenciales: “compra ahora que está sobrevalorada y no hay casi riesgos”.

    Es un acto de propaganda estatal y gran-bancaria hacia su clase de apoyo pequeño burguesa, dirigida a atraer inversores pero sobre todo a crear un falso consenso de tranquilidad, ya que todos sabemos que en los mercados especulativos las percepciones colectivas pesan mucho.

    Para todos ellos lo de menos es quien pague, porque siempre seremos los mismos, más o menos.

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Alberto Montero