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Deuda pública que sirve a la privada

Este artículo lo escribía el quince de agosto, a finales de la semana en que el acoso sobre la deuda pública española fue más intenso y que no se resolvió hasta que el BCE decidió intervenir en el mercado.

 “El episodio de este pasado miércoles, cuando un rumor sobre la rebaja de la calificación de la deuda francesa provocó el aumento de su prima de riesgo y la caída en cadena de las bolsas europeas, es expresivo del papel cardinal que han adquirido los mercados de deuda en la guerra abierta desatada entre acreedores y deudores. Una guerra que, por la vía de los planes de ajuste aplicados en beneficio de los primeros, está mutando progresivamente en un conflicto de clases con expresiones cada vez más violentas de enfrentamiento entre ellas, como pone de relieve lo ocurrido en las calles inglesas.

Los mercados de deuda se han convertido en el espacio de socialización de las deudas privadas –especialmente, de las del sector financiero-, de los costes del rescate de unas instituciones que gozan del poder suficiente como para hacer recaer el coste de sus excesos sobre los ciudadanos y, al mismo tiempo, seguir ganando dinero con ello.

Desde que se aceptó el chantaje de que algunas entidades eran demasiado grandes para quebrar y que la quiebra de una de las del resto podría provocar una crisis sistémica, los mercados de deuda pasaron a situarse en el ojo del huracán y los dictámenes de las agencias calificadoras no sólo valoran la solvencia de las haciendas públicas para afrontar su deuda sino también su capacidad para asumir el coste de los posibles rescates privados futuros.

Por esa vía, los mercados de deuda soberana constituyen el ámbito desde el que los acreedores financieros internacionales y nacionales, en connivencia con las agencias calificadoras, han hurtado la soberanía a los parlamentos, forzándoles a aplicar planes de ajuste orientados tanto a la devaluación interna como a garantizarles sus ingresos mediante recortes del gasto público y en donde el único gasto que no se cuestiona es el destinado al pago del principal y los intereses de la deuda.

Todo ello queda magníficamente ejemplificado en la reacción que tuvo Sarkozy ante el rumor de la rebaja en la calificación de la deuda francesa: reunir a parte de su gabinete para instarles a profundizar y acelerar el proceso de ajuste del déficit público.

Pero, al mismo tiempo, ese episodio también constituye un buen ejemplo de la esquizofrenia en la que se desenvuelve este capitalismo de casino cuando, ante el anuncio del avance en el ajuste, las Bolsas europeas entraron en caída libre. Y es que el ajuste que hoy exigen los tenedores de deuda soberana para preservar sus flujos de renta no es sino es el fundamento de la recesión y su repercusión sobre los beneficios que temen los tenedores de renta variable, con el agravante de que, en la mayor parte de los casos y dada su presencia en ambos mercados, son los mismos agentes los que reclaman el ajuste y la expansión. Como diría, Astérix, otro galo insigne: ¡estos mercados están locos!”.

La versión digital podéis verla aquí.

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Alberto Montero