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Notas archivadas en 'España'

¿No era de izquierdas bajar los impuestos?

Mi colaboración mensual en El Observador trata esta vez de la política fiscal del gobierno.

A modo de complemento del artículo sobre La dislexia ideológica de la ministra de Hacienda, esta vez escribo sobre las últimas subidas de impuestos y del disparate que supone realizar políticas de izquierdas por la vía del gasto y financiarlas mediante políticas de derechas por la vía de los impuestos.

Podéis leerlo pinchando aquí.

Cuestión de principios

“El PSOE da marcha atrás en la reforma fiscal. Los socialistas rompen el acuerdo con IU-ICV para subir los impuestos a las rentas altas porque no les garantizan su voto favorable al techo de gasto de los presupuestos”.

Para un intento que hacen de ser un poco más progresistas en materia fiscal van y se retraen por una cuestión de aritmética parlamentaria.

La viva imagen de lo que decía Marx, pero en este caso, Groucho: “Estos son mis principios. Si no les gustan tengo otros”.

La dislexia ideológica de la ministra de Economía

Este domingo pasado el periódico El País publicaba una entrevista a la vicepresidenta y ministra de Economía, Elena Salgado, de esas que no tienen desperdicio.

De entre todas las respuestas que podrían extraerse de esa entrevista me quedo con una que creo que resulta muy expresiva de la continuidad en las posiciones ideológicas mantenidas por los sucesivos ministros que han ocupado esa cartera durante los últimos gobiernos del partido socialista.

Y es que a la pregunta concreta del periodista de si “¿Vuelve a ser de izquierdas subir los impuestos?”, la ministra responde con dos perlas de esas de las que gusta recopilar mi amigo Pascual Serrano.

De entrada responde que “lo que es de izquierdas es tener los recursos suficientes para mantener la protección social”. Y se queda tan pancha. No parece darse cuenta de que con esa declaración está dejando al desnudo los fundamentos de la política fiscal de su gobierno durante los últimos años. Una política que, precisamente, no puede ser catalogada de izquierdas. [Sigue leyendo →]

Precariedad laboral

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En estos momentos en los que diversas propuestas sobre la reforma del mercado de trabajo confluyen en el espacio público tratando de reorientar su dinámica creo que estos datos presentados hace unos días por Luis Toharia deberían llevarnos a todos a la reflexión.

De los 16.681.237 contratos que se hicieron en España en 2008, 4,7 millones tuvieron una duración inferior a un mes y, de ellos, 2,7 millones duraron menos de una semana. Si ampliamos la duración del contrato hasta los tres meses, más de 6,7 millones de contratos -es decir, algo más del 40%- se celebraron por menos de ese tiempo.

De esa forma, no es extraño que los trabajadores encadenen varios contratos temporales a lo largo del año. De hecho, en torno a 600.000 trabajadores tuvieron de media tres contratos de menos de 30 días o, lo que es lo mismo, trabajaron menos de tres meses en el año.

Y todo ello en un mercado en el que la duración media de un contrato es de 78,48 días.

Con estos datos, a ver si la patronal puede seguir diciendo que el problema del desempleo son los costes de despido y no un mercado laboral que ha permitido que el empleo se convierta en la principal variable de ajuste en cuanto comienzan las tensiones en la economía real. Y luego se preguntarán retóricamente por qué somos el país de la OCDE que tiene una tasa de desempleo más elevada.

Dime a qué Cumbre vas y te diré de qué pie cojeas

Ayer comenzaba en Ginebra la Cumbre de la OIT sobre la Crisis Mundial del Empleo.

También ayer Eurostat publicaba los datos que confirmaban que la eurozona registraba el mayor aumento del paro en los últimos 14 años como consecuencia de que se han destruido 1,22 millones de empleos en tres meses. España tiene el honor de aportar a ese total algo más de 800 mil desempleados.

Pero nuestros registros espectaculares en términos de desempleo no se ciñen tan sólo a la eurozona. En el primer trimestre de 2009, España era el país de la OCDE con la mayor tasa de desempleo (el 16,5%); la tasa media entre los 30 países que integran la institución era del 7,3%.

Con estos registros, esa Cumbre no ha merecido la presencia ni del presidente del Gobierno (Sarkozy o Lula, por ejemplo, sí que han ido) ni la del ministro de Trabajo. Se ve que sobre esa materia tenemos poco que aprender o que la foto no merecía la pena.

¿Secreto de Estado?

Para quienes pudieran pensar que mi artículo sobre el nuevo modelo productivo adolece de mala baba y se mantiene en el reino de lo especulativo, el presidente del Gobierno nos sacó ayer de la duda en su comparecencia en el Senado: “Zapatero elude dar detalles sobre la ley de economía sostenible”.

¿Será que es secreto de Estado? ¿O será que no sabe qué decir de ella porque, más allá de las grandes palabras de las que se le llenó la boca el día del debate sobre el Estado de la Nación, no hay nada en concreto? Que cada cual piense lo que quiera. Faltaría más.

El nuevo modelo económico: otro brindis al sol

Esta vez mi colaboración mensual con El Observador la he dedicado a analizar las propuestas para la transformación del modelo económico español que hizo el presidente del Gobierno en el último debate sobre el Estado de la Nación.

Mi valoración de las mismas es muy crítica porque me parece que ni son las bases para cambiar nada sustantivamente ni están orientadas en la dirección adecuada. Es más, algunas de ellas tratan de apuntalar algunos de los tambaleantes pilares del insostenible patrón de acumulación que ha seguido la economía española durante los últimos lustros.

Como reza el propio título del artículo: un nuevo brindis al sol de un gobierno incapaz tanto de articular una respuesta solvente contra la crisis como de diseñar un plan estratégico que permita aprovechar esta última para transformar el modelo económico vigente.

Podéis leerlo pinchando aquí. 

El trabajo, fundamento de un crecimiento económico sostenible

Aunque en algunos sentidos creo que este manifiesto carece de las suficientes dosis de radicalidad para enfrentar el problema de la crisis económica en la que nos encontramos, sí que creo que es mucho más acertado en sus propuestas que aquel que hace unas semanas hizo circular, con cierta soberbia, un grupo de cien economistas de tendencia marcadamente liberal.

Podéis leerlo pinchando aquí: manifiesto-trabajo.pdf

¿Más impuestos para los ricos en España? Vade retro, Satanás

En el Reino Unido el gobierno laboralista ha decidido elevar el tipo impositivo marginal para las rentas que superen las 150 mil libras anuales a pesar de que la opinión pública se ha alzado en su contra anunciando el retorno de la lucha de clases.

En Alemania hasta los propios ricos se avergüenzan de los escasos impuestos que pagan y solicitan del gobierno que grave con un impuesto del 5% adicional las fortunas que superen el medio millón de euros.

En España, la nueva ministra de Economía del partido socialista asume el discurso neoliberal más básico y defiende que “subir los impuestos a las rentas altas tendría un impacto mínimo”. Y para ello da por bueno que en este país sólo un 4% de los 18 millones de declarantes presentaron rentas superiores a los 60 mil euros.

No es de extrañar que la ministra asuma tanto el discurso como esos datos si se tiene en cuenta que su predecesor dio la orden de reducir el personal de la inspección de Hacienda destinado a investigar a las grandes fortunas de este país y lo reorientó hacia la inspección de los pequeños contribuyentes, mucho más dóciles y menos complicados de inspeccionar en sus minúsculos, aunque no disculpables, fraudes al fisco.

De esta forma, aunque sólo fuera por una mínima cuestión de estética en relación con los valores progresistas que este gobierno dice defender –puesto que suponer que pudieran valorarse cuestiones éticas se me hace casi impensable-, más valdría que la ministra en cuestión se callara o, en su defecto, que asumiera que la justicia social pasa, necesariamente, por la redistribución de la renta le pese a quien le pese en su bolsillo. Que para proteger los intereses de clase de los ricos ya se bastan y se sobran ellos solos.

Hablemos de las pensiones

Sí, hablemos de las pensiones. ¿Por qué no hacerlo? Ya sé que con la que está cayendo no es buen momento para introducir más elementos de incertidumbre en un contexto crecientemente incierto pero no he sido yo quien ha recuperado para la agenda política y económica del país el tema de las pensiones.

Claro que sí, hablemos de las pensiones. Pero hablemos de ellas sin ocultar ases en la manga ni conejos en la chistera. No permitamos que los elementos del discurso sean tan sólo aquellos que manejan, como trileros, los agoreros del apocalipsis de la Seguridad Social y pongamos todas las cartas boca arriba. No asumamos como verdades reveladas ni leyes naturales lo que no son más que opciones políticas que, como tales, entran en el ámbito de nuestra capacidad de decisión colectiva y podemos modificar a voluntad de las mayorías. Pongamos sobre la mesa todos los términos del debate, liberémonos de los corsés que encapsulan nuestra forma de pensar este tema y asumamos que ni lo existente es lo único posible ni lo que nos proponen la única solución viable.

De todo ello hablo en este artículo con la que inauguro mi colaboración mensual en el periódico digital El Observador.

Alberto Montero