Ánimo, Lucía
Jorge y Dori, dos amigos picaflores, enamorados como yo de América Latina y dispuestos a hacer su parte en cualquier lado del mundo en donde suenen latidos de que un mundo mejor es y tiene que ser posible, me enviaban ayer este correo.
Sé que no se molestarán si lo hago público porque su denuncia es una más entre las que condenan esa barbarie que, en nombre de una paz que ese gobierno no quiere, se cometió hace días en la selva de Ecuador.
“Conocemos a Chuy y Jorge Morett, de cuando toda la familia vivía aquí en Córdoba y de cuando los visitamos en su casa de México. Es una familia comprometida, militante por los derechos humanos, apoyaban a los zapatistas y a los que desde aquí hicimos todo lo que pudimos por la paz y por que se oyeran sus justas demandas.
No es justo que esta familia esté pasando el calvario de una prensa y un gobierno que no están interesados en reconocer que cuando el ejército colombiano arrasó un campamento de las Farc en Ecuador, arrasaba un campamento con civiles. Jóvenes estudiantes que inoportunamente llegaron a él cuatro horas antes del bombardeo.
A Lucia Morett, la bombardearon, la humillaron y la abandonaron herida.
Ahora la bombardea y la humilla la prensa mexicana e internacional.
Yo no quiero abandonarla”.
Yo tampoco.
Lucía Morett es una joven valiente y comprometida. Producto de un hogar que en ella han sabido inculcar la justicia social.
Lo que pasó con Lucía, es lo que pasa diariamente con mi querido Ecuador y con gran parte de estos pueblos que estamos luchando por rescatar nuestra dignidad.
Pero el bombardeo y la humillación no bastan cuando se anda con la frente en alto.