Solbes se baja del burro
Por fin ocurrió lo que tenía que ocurrir. Ya sé que la frase es de Perogrullo pero es que nuestro vicepresidente económico nos tiene acostumbrado a negar públicamente lo que para todo el mundo es más que evidente, imagino que pensando que con ello la realidad acabará ajustándose a su deseo, y ello da lugar a que la perogrullada acabe convertida en noticia.
Así, cuando se aprobaron los Presupuestos Generales del Estado, se negó a reconocer que la tasa de crecimiento de la economía para 2008 sería inferior al 3,1%, como ya estimaban casi todos los centros de investigación por aquel entonces, porque quería aprobar unos Presupuestos que siguieran manteniendo el superávit presupuestario como horizonte fiscal para este año. ¿Para qué le ha servido? Para muy poco. El superávit acumulado el año pasado está camino de desaparecer como consecuencia de la caída de los ingresos fiscales y las medidas de reactivación de la economía recientemente aprobadas.
Una vez aprobados los Presupuestos, y cuando todas las estimaciones iban empeorando, él seguía manteniendo aquella previsión del 3,1% argumentando que el Gobierno sólo la realizaba dos veces al año y que no estaba dispuesto a cambiarla. Algo que no puede dejar de sorprenderme al menos por dos motivos.
El primero, por la tozudez en negarse a reconocer el avance de la crisis económica. ¿Hubiera actuado de la misma forma si la evolución de la economía y las previsiones de otras instituciones hubieran sido mejores que las estimadas por el gobierno? ¿No se hubiera hecho eco rápidamente de las mismas asumiéndolas como propias? Pues probablemente las respuestas a ambas preguntas serían no y sí, respectivamente.
Y el segundo porque no sé cómo se conjuga esa creciente tendencia a tratar de gestionar el Estado como una empresa y, sin embargo, no estar continuamente ajustando las previsiones a la evolución de la economía y actuando en consecuencia.
Si hay algo importante para el diseño y aplicación de las políticas económicas coyunturales es la información acerca de cuál es el estado real de la economía y la celeridad con la que los nuevos datos y estimaciones se van incorporando en el cuadro macroeconómico de cara a actuar selectivamente sobre los principales factores de generación y propagación de la crisis. Ello permitirá, entre otras cosas, aumentar la posibilidad de anticiparse y aplicar políticas contracíclicas antes de que la situación económica toque fondo.
Pues bien, por fin Solbes ha reconocido que sus previsiones eran erróneas y ha procedido a ajustarlas, suponemos que con gran disgusto, a pesar de que no tocaba hacerlo.
Así, el 3,1% para 2008 se ha reducido a un 2,3% que sigue siendo, por otra parte, la más optimista de las previsiones que despachan hoy los centros de investigación económica sobre la evolución esperada de la tasa de crecimiento de la economía española para este año. Y para el año que viene también la ha rebajado, del 2,3% al 3%, cuando, precisamente, todo indica que será el año próximo cuando la crisis se manifieste con mayor virulencia en nuestro país. A pesar de ello, él sigue manteniendo que “la recuperación en el segundo semestre de 2009 empezará a ser apreciable”. Algo debe saber que los demás ignoramos, que para eso es vicepresidente económico, ¿no?
De todas formas, buena prueba de la falta de credibilidad de la que adolecen estas recién anunciadas estimaciones es que, por ejemplo, se espera que el año se cierre con una tasa de desempleo del 9,8% cuando a estas alturas del año y, sin que la crisis haya llegado ni de lejos a tocar fondo, dicha tasa se encuentra en el 9,6% y en los dos últimos trimestres se ha destruido empleo.
Ya veremos lo que dice la realidad económica, siempre tozuda, a finales de año. Mientras tanto, que por voluntarismo no quede.
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