La privatización de la guerra
Me ha parecido muy interesante esta entrevista a Jeremy Scahill autor del libro Blackwater. El auge del ejército mercenario más poderosos del mundo (Ed. Paidós, 2008) que publica hoy La Vanguardia.
No es que aporte nada nuevo a quienes siguen con un mínimo de atención tanto la deriva de los Estados Unidos hacia un estado secuestrado por las grandes corporaciones como las barbaridades que están cometiéndose en Irak. Pero, para quienes estén menos al tanto, creo que expone de forma muy clara cómo hasta la guerra puede privatizarse y cómo Irak se ha convertido en el laboratorio perfecto para la experimentación de nuevas formas de desarticulación de las funciones tradicionales del Estado. Y es que, si entre las pocas funciones que los neoliberales seguían atribuyendo al Estado, al margen del mantenimiento del valor interno de la moneda, se encontraba el ejercicio del monopolio de los medios de violencia, los neocons ya han superado, con creces, esa limitación hacia la mercantilización absoluta.
Habrá que echarle un vistazo al libro.
“Las empresas han ganado la guerra de Iraq”
Jeremy Scahill (Chicago, 1974) es un periodista estadounidense. La semana pasada visitó España para presentar Blackwater. El auge del ejército mercenario más poderosos del mundo (Ed. Paidós, 2008). En esta extensa y amena obra, Scahill explica el desarrollo de Blackwater, una empresa que ofrece servicios de seguridad a EE.UU. en zonas de conflicto, ya sean las calles de Bagdad o la Nueva Orleans barrida por el Katrina. Para este periodista, el auge de Blackwater responde a la tendencia creciente de privatización del negocio de la guerra y al ingente poder que tienen las grandes empresas.
- ¿Qué es Blackwater?
Blackwater es una empresa que no existía hace diez años y que ahora se ha convertido en una de las más poderosas compañías privadas más poderosas que trabajan en la guerra del mundo. Ha creado una infraestructura paralela a la maquinaria de la seguridad de EE.UU.: dispone de hombres armados, tiene su propia CIA, su propia división aérea, están construyendo sus propios vehículos armados, sus propios zeppelines para tareas de vigilancia… Es, pues, una empresa muy poderosa que ofrece servicios en el mercado abierto que tradicionalmente eran sólo disponibles para gobiernos. Blackwater se ha convertido una de las partes centrales de la maquinaria de guerra de EE.UU. y pertenece a un solo hombre.
- ¿Quién es ese hombre?
Erik Prince, que tiene profundas conexiones políticas, con la Administración Bush, con el Partido Republicano y con las muy derechistas fuerzas cristianas en EE.UU.
- ¿Cuáles son las relaciones entre el Ejército de EE.UU. y los mercenarios de Blackwater en las zonas donde ambos operan?
El trabajo de Blackwater en Iraq es proteger a los oficiales de EE.UU., no mantener buenas relaciones con los iraquís. Así, cuando Blackwater mata a civiles iraquís, hiere al Ejército de EE.UU., porque es quien recibe las culpas por parte del Gobierno de Iraq. Las acciones de Blackwater también afectan a la moral de las tropas estadounidenses, porque los mercenarios de esta empresa privada cobran más dinero, tienen mejor equipamiento, y no se les castiga cuando hacen algo mal o algo criminal como les ocurre a los soldados.
- Porque los mercenarios de Blackwater son civiles, que no están bajo la ley militar.
En 2004, el día antes de que Paul Bremer (ex administrador civil de EE.UU. en Iraq) abandonara Bagdad, aprobó la orden 17, que daba inmunidad a todo el personal contratado en Iraq. De este modo, esta gente no puede ser imputada en Bagdad por sus crímenes, ni puede ser juzgada por las leyes militares (porque son civiles). Ahora en el país árabe, hay 150.000 solados de EE.UU. y 180.000 personas contratadas, que no están regidas por ninguna ley. De éstas, varias miles se dedican a la seguridad privada.
- ¿Hay más personal privado que soldados de EE.UU.?
Sí. Ahora en Iraq hay hasta 630 empresas trabajando para la Administración Bush, y siendo pagados por ella. Son 180.000 personas de más de 100 nacionalidades, pese a que no las representan. Sus empresas son, entre otras, Blackwater, KBR, Halliburton, etc. Esto supone un proceso radical de privatización de la maquinaria de guerra.
- Blackwater es una empresa que aboga por privatizar el Ejército de EE.UU. ¿Por qué hacerlo?
El fundador de la empresa Erik Prince dice que Blackwater es como [la empresa postal] Fed-Ex. Cuando quieres asegurarte que un paquete llegará bien y rápido lo haces mediante la empresa privada y no por el servicio postal del Gobierno. Lo que Prince viene a decir es que el Ejército está bien para determinadas cosas, pero cuando se requiere un trabajo bien hecho, mejor recurrir a Blackwater.
- En el libro citas un discurso de Rumsfeld un día antes del 11-S en el que aseguró que el mayor enemigo del Pentágono era la burocracia del Pentágono (en un guiño a la necesaria privatización del Ejército de EE.UU. para evitar su mal funcionamiento). ¿Qué relación hay entre esta idea y la fundación de Blackwater unos años antes?
El éxito de Blackwater no habría sido posible sin la visión de gente como Rumsfeld (ex secretario de Defensa de EE.UU) o Dick Cheney (vicepresidente de EE.UU.). Su idea de privatizar la guerra de EE.UU. responde a tres ideas: cuando contratas a personal de guerra, puedes dedicar a tus soldados exclusivamente a guerrear, apartándoles de tareas como cocinar, transportar mercancía o limpiar la ropa. La segunda idea es que si tienes diferentes compañías trabajando, podrás contratar a la que te ofrezca mejores servicios. Y la tercera, es que la privatización del ejército da mucho dinero a las empresas que, después, apoyan a los partidos políticos. Pienso que sin el 11-S, Blackwater sólo sería ahora una pequeña empresa haciendo tareas de entrenamiento.
- Pero, ¿realmente es ilegal que una empresa preste sus servicios? Todas lo hacen.
Hay un debate ahora en EE.UU. sobre cual es exactamente la legalidad de estas empresas de seguridad. Creo que si miras el derecho internacional surgen preguntas sobre este personal como cuál es su legitimidad. Bush puede decir que es legal, puesto que sólo se contrata a empresas que ofrecen servicios. El problema viene cuando las personas que trabajan en estas compañías no son de nacionalidad estadounidense. Por ejemplo, si se contrata a un chileno. Chile está en contra de la guerra de Iraq.
- Pero, por ejemplo en el caso de lo chilenos, éstos pueden reclamar su derecho a ser contratados por Blackwater puesto que sólo es un trabajo.
Sí, pero déjame hacerte una reflexión. Si un soldado chileno acepta un trabajo en Iraq y mata a alguien, esto implica automáticamente a Chile en la guerra, pese a que su gobierno democrático ha decidido no formar parte de ella. Es, pues, una violación de la soberanía chilena y de su independencia como nación. Hay consecuencias en participar en esta guerra de Iraq, mira sino lo que paso con el 11-M. España tiene una embajada en Bagdad que tras la retirada de las tropas por parte de Zapatero no ha recibido más ataques. Es un juego muy peligroso el jugar con las soberanías de los países.
- ¿Blackwater actúa como un lobby?
Sí. De hecho, han contratado a lobbistas que trabajan en el Congreso tratando de ganar nuevos contratos. Es gente de dentro de Blackwater.
- ¿Cree que Blackwater puede guiar la política exterior de EE.UU. en los próximos años?
Blackwater por sí misma no, pero el movimiento del que forma parte sí. Son empresas como KBR, Dyncorp, Halliburton, etc. ¿Quién ha ganado la guerra de Iraq? Estas empresas son las ganadoras. La gente iraquí ha perdido, así como la americana y el mundo. Las empresas fueron las ganadoras de la guerra de Iraq. Por eso continúan dando dinero a la gente que hizo la guerra posible.
- ¿Crees que en un futuro puede aparecer una empresa como Blackwater pero más vinculada al Partido Demócrata?
Ya hay compañías que dan dinero a los demócratas, porque es una estrategia de negocio. Bill Clinton ya usó este tipo de empresas [dedicadas al negocio de la guerra] en los Balcanes, Haití, u Oriente Medio. No obstante, no creo que los demócratas estén interesados en el negocio de la guerra. Hacen otras cosas. Lo inusual de Blackwater es que sea tan republicana.
- Para el Gobierno de EE.UU. es una ventaja tener a estos mercenarios de Blackwater en las zonas de conflicto?
Naturalmente. Esta es la razón principal por la que no hay reservistas en EE.UU. Si no existieran estas compañías sí serían necesarias. Además, es una ventaja para Bush porque los mercenarios no están bajo la ley y cuando mueren no se les cuenta como víctimas de conflicto armado. No sabemos sus acciones. Son un ejército en la sombra. Por otro lado, le permite no tener que trabajar en consenso con otros países. Es un nuevo modelo de hacer la guerra.
- Blackwater es un ejército dentro de EE.UU. ¿Hay el riesgo futuro de que puedan organizar una especie de golpe de estado?
En primer lugar, las fuerzas armadas de EE.UU. nunca lo apoyarían. Además, Blackwater no tiene el poder para ejecutar un golpe de estado. Además, creo que tampoco les interesa hacerlo. Su negocio es la seguridad, ya haya republicanos o demócratas en la Casa Blanca. Si Obama es presidente, Blackwater seguirá siendo un negocio muy exitoso, sin importar quien esté en el poder.
- ¿No importa?
Ahora no, antes quizás. Porque Blackwater ya ha ganado. Son como un cáncer que ya se ha esparcido dentro de las fuerzas de seguridad de EE.UU. No puedes detenerlo.
- Insisto con la pregunta de antes. ¿Se podría afirmar que Blackwater no se pondrá en contra de un Gobierno de EE.UU., si, por ejemplo, no recibe contratos? No deja de ser un ejército.
No lo sé, pero tampoco puedo imaginar a Blackwater haciendo esto, porque creo que no lo necesitan ni lo quieren. Ya están ganando. Sé demasiado de cómo funcionan estas empresas, para creer que algo así como un golpe de estado pueda pasar. Sea quien sea el presidente de EE.UU. será bueno para sus negocios. Además, finalmente, en EE.UU. tenemos un sistema corporativista, ni capitalista ni, lógicamente, socialista. Las empresas cada vez más lo controlan todo, no es necesario que haya un golpe de estado a la vieja usanza. El golpe ya se ha producido. Las empresas han ganado, ya han tomado el control. Te doy un ejemplo: en EE.UU. hay 19 agencias de seguridad: el 70 % del presupuesto de las mismas está en manos de compañías privadas.
- En Europa tenemos una visión del golpe de estado diferente, con más acción.
Estos tipos de golpes de Estados son más necesarios cuando la gente piensa por sí misma. Pero en EE.UU. la gente ve a Britney Spears, hace blogs, se preocupa por los malos tiempos económicos. Pero no se moviliza, y por ello no hay necesidad de hacer un golpe. Como lo veo, hemos asistido a la transformación del mayor poder del mundo en un estado corporativista y esto va atener impacto en todo el mundo. Por ejemplo, la privatización se está extendiendo por Europa. Creo que esto es una tendencia mundial, la de empresas cada vez más poderosas.
- Se dice que EE.UU. ha hecho una invasión silenciosa. Por ejemplo, en el hecho de que la mayoría de películas en los cines sean norteamericanas, o que esté plagado de McDonalds, Pizza Hut, etc. Parece como sí el modo de vida americano hubiese penetrado en la cultura europea.
Estamos exportando un sistema económico que es destructivo para mucha gente, un sistema que considera la sanidad un privilegio y no una obligación, o que el dinero no debería invertirse en los pobres, sino que los pobres deberían conseguir un trabajo. Esta tendencia está golpeando a Europa del Este. Los países poscomunistas están adaptando el modelo estadounidense y esto es peligroso para el mundo. Es una invasión silenciosa desde el punto de vista cultural, pero es ruidosa en otros ámbitos. Por ejemplo en lo que refiere a las empresas, que no tienen límites ni lealtades. Las grandes economías no preguntan a nadie. Es como un cáncer, que se extiende. Ahora creo que es muy tarde.
- Ya para acabar, ¿Obama o McCain?
Si gana Obama pienso que la economía va a mejorar. Si gana McCain será un desastre. Pensaba que nunca diría algo así, pero si gana será peor que Bush.
Y esa brutal mercantiliización del terror no tiene ni límites ni fronteras, tanto que, allí donde no haya conflictos, si crearán, si con eso, ese tipo de empresas -siempre “asociadas” a otras, del mismo patrón - obtienen beneficios, tanto estratégicos como económicos. La perversidad humana es infinita y eso más o menos ya lo sabemos, lo que quizás no sabemos es que hemos llegado a un punto en que la ambición nos está llevando al borde del precipicio.
El mercado es un saco sin fondo… todo cabe. Hay lugar para lo que sea.