Esta tarde la policía ha intentado dar un golpe de estado en Ecuador. A estas horas mantienen retenido al presidente Correa en el Hospital Metropolitano mientras el Canciller negocia con los sublevados y desde el gobierno se declara el estado de excepción.
Esperemos que todo quede en nada y que los buenos amigos que tengo en ese lindo país chiquito se encuentren bien y podamos compartir en breve algún vino caliente charlando de ello.
Ya conocéis mi debilidad por la sensibilidad, la profundidad de pensamiento y la inteligencia de Santiago Alba, a quien me precio de tener por amigo.
Esta tarde de domingo puede ser un buen momento para ver esta entrevista a Santi y deleitarnos por su forma pausada de exponernos su visión del mundo y para leer uno de sus últimos textos publicados en Rebelión, “Cacas secas, moscas frescas”: sólo por el primer párrafo ya merece la pena detenerse en su lectura sosegada.
Mientras que nuestras escuelas están siendo utilizadas para producir una generación de analfabetos funcionales gracias a que a algún iluminado se le ocurrió pensar que a la sociedad del conocimiento se accede entregándole a los niños un ordenador y enseñándoles a navegar por Google, en algunos lugares y para millones de niños los libros siguen siendo la única posibilidad de evasión de la dura realidad que les circunda.
Estaba leyendo sobre la bonita tarea que desarrolla la Fundación Etíope para la Educación y Libros para la Infancia llevando libros en carreta a los niños etíopes de zonas rurales cuando, a través de un comentario, he llegado a este video sobre un colombiano que replica en su país y a título personal lo que aquélla Fundación hace en Etiopía.
Comportamientos como los de este hombre rompen el paradigma sobre el que se construye la mayor parte de la economía y de la filosofía dominante. Su ejemplo quiebra la idea del individualismo como patrón antropológico de conducta humano y refuerza la convicción de los que creemos que el hombre no es antropológicamente egoísta, individualista y maximizador, como lo quieren pintar, sino que se ve compelido a actuar así en un sistema que libró y ganó su primera gran batalla el día en que logró la separación entre la producción y el hogar lo que significó, a su vez, la separación de los productores de los medios de producción. Ese día, como cuenta Zygmunt Bauman, los lazos que unían el hombre a la comunidad y a los valores solidarios que en ella predominan se deshicieron, liberando al acto de ganarse la vida de la red de lazos emocionales y sociales sobre la que estaba entretejido. Y, así, el hombre se vio empujado a un entorno hostil en el que, primero la coerción, y luego la inseguridad y la precariedad, fueron usados como agentes disciplinadores con la suficiente intensidad como para acabar diluyendo la importancia de los valores propios del comunitarismo.
Comportamientos como los de Luis Soriano son los que se echan en falta en nuestras sociedades postmodernas y ante los que, por lo tanto, nos admiramos e incluso emocionamos. Y esa emoción es precisamente la expresión de la nostalgia que sentimos ante lo que hemos perdido a cambio de una presunta mayor libertad para la elección; a cambio de la ruptura de unos vínculos que exigían de una cierta ética, de una responsabilidad compartida para promover y atender el bienestar colectivo; en definitiva, de una mayor seguridad común.
Es también por ello por lo que este tipo de comportamientos son más frecuentes en sociedades en las que la existencia de formas comunitarias de convivencia siguen aún vigentes; formas de vida basadas en la solidaridad y el cuidado mutuo, en la atención a los débiles y en la preocupación por el otro, en la anteposición de la seguridad de los miembros ante las contingencias frente a una libertad que no es más que pura ficción cuando se carece tanto de recursos como de oportunidades para acceder a ellos.
Quiero pensar que todos seguimos llevando un hombre como él dentro de nosotros y que, si nos atreviéramos a sacarlo, los días del capitalismo estarían contados.
Hoy publico en El Observador un artículo aportando datos y razones para celebrar y participar en una huelga general que, ante todo, es necesario que sea un éxito porque, de no serlo, estarán sentadas las bases para seguir profundizando en un ajuste enfocado fundamentalmente sobre los trabajadores y su salario pero del que no se salvará nadie: ni desempleados, que verán endurecerse aún más la condicionalidad impuesta para acceder a una prestación o aceptar un trabajo ni el resto de ciudadanos, que verán deteriorarse sus ya mermados derechos sociales.
Así que o a esta huelga vamos todos, a pesar de que más de uno se tenga que tapar la nariz porque la convoquen los sindicatos mayoritarios, o acabarán lloviéndonos piedras… a todos.
Resulta curioso comprobar cómo entre julio de 1993 y abril de 2009 España tan sólo ha tenido tres ministros de Economía: Pedro Solbes, dicen que socialista, y Rodrigo Rato y Cristóbal Montoro, convencidos conservadores sin dobleces.
Pero lo que resulta más curioso es que dos de ellos han acabado vinculados al Fondo Monetario Internacional, el templo de la ortodoxia económica: Rodrigo Rato como Director Gerente y ahora Pedro Solbes que acaba de ser designado como nuevo asesor para Europa de la institución.
Se ve que en el FMI no le hacen ascos a nuestros ministros ni a las ideologías que dicen profesar. ¿O será que ellos sí se han dado cuenta al revisar su currículum que Solbes tan sólo tiene de socialista el carnet?
En cualquier caso, el puesto le viene que ni pintado: asesorará a una institución que no supo anticipar la crisis un ex ministro que la estuvo negando hasta caer en el ridículo. Tal para cual.
Junto a las medidas de ajuste draconiano frente a la crisis que está imponiendo el gobierno con total carencia de sensibilidad social, la propia dinámica económica no viene sino a darle una vuelta de tuerca más a ese ajuste sobre la clase trabajadora de este país.
Según los últimos datos publicados por el INE, el segundo trimestre de 2010 ha registrado la menor subida salarial de la última década: los sueldos apenas han aumentado de media un 0,4%.
Evidentemente, esto nos indica que la situación de crisis de las pequeñas y medianas empresas, principales empleadoras de este país, y la existencia de un ejército de reserva integrado por el 20% de la población activa están ejerciendo una dura presión a la baja sobre los salarios.
Pero, además, es que si ponemos ese dato en relación con el hecho de que el índice de precios de consumo (IPC) durante ese trimestre aumentó un 1,6%, es decir, cuatro veces más, el resultado viene a alertar sobre la vía de ajuste encubierta que se está produciendo sobre los salarios: los trabajadores no sólo están asistiendo a un aumento del desempleo y a la práctica congelación de sus salarios nominales, sino que también sufren las consecuencias de la caída de sus salarios reales, es decir, de su poder adquisitivo.
Y, lo peor de todo, es que esa es precisamente la estrategia encubierta a través de la que este gobierno quiere sacarnos de la crisis: recuperar competitividad externa por la vía de unos menores costes laborales. Como para echarse a temblar.
Por si a alguien le apetece pasarse, esta tarde participo en una mesa redonda sobre las próximas elecciones en Venezuela que tiene por título “La izquierda venezolana y el porvenir del Socialismo del siglo XXI”, organizado por la Plataforma Bolivariana de Málaga y que tendrá lugar a las 20 horas en la Sala de Conferencias del Instituto Portuario en el Puerto de Málaga.
Y mañana miércoles, también a las 20 horas e invitado por los compañeros de Ecologistas en Acción, daré una charla sobre “Crisis económica y huelga general” en La Casa Invisible en calle Nosquera.
Acabo de ver el primer video de la campaña que UGT ha montado para tratar de animar a los ciudadanos a secundar la huelga general del día 29 por la vía de contarles las que, según ellos, son las mentiras de la crisis y… por poco me convencen de que no la haga aunque solo sea por vergüenza ajena.
No puede haber mayor ni mejor expresión de banalización de las relaciones laborales que la que pintan en ese video. Tratar el mundo del trabajo usando personajes esperpénticos y zafios que insultan a la inteligencia de cualquier ciudadano; profundizar en la simplificación maniquea atribuyendo estereotipos chabacanos a trabajadores y empresarios; plantear el conflicto laboral en términos groseros, carentes de una mínima reflexión, aunque sólo sea en un video de cuatro minutos; incurrir en la insustancialidad misma cuando precisamente los ciudadanos se encuentran huérfanos de un análisis digerible y comprensible, que ponga a su alcance argumentos para la lucha en este conflicto social cada vez más agudizado; pretender el rearme ideológico a base de chistes sin gracia…
Todo es ello es un despropósito y una falta de responsabilidad que sólo viene a confirmar el porqué de la situación en la que se encuentran los sindicatos mayoritarios españoles en estos tiempos.
Mientras tanto, en Francia, las calles están llenas de ciudadanos que paralizan el país porque el gobierno pretende aumentar la edad de jubilación de 60 a 62 años, cinco menos que aquí. ¿Por qué será?