Lo que se debe aquí
El Banco de España acaba de hacer público el dato del endeudamiento de las familias españolas en 2010 y que se eleva a la friolera de casi 958 mil millones de euros (sí, casi un billón de euros) o, lo que es lo mismo, el 95,8% del PIB español o, lo que es igual, el monto de casi todo lo producido en este país a lo largo de un año.
Al desagregar la evolución del endeudamiento por los distintos tipos del mismo nos encontramos con que los préstamos a largo plazo, es decir, los vinculados fundamentalmente a la compra de viviendas se han mantenido estables. Además, los préstamos a corto plazo se han reducido, síntoma de que las entidades financieras han restringido el grifo del crédito para un sector amplio de la población que acudía a ese tipo de financiación para atender gastos de menor cuantía que no podían enfrentar con sus ahorros. Y lo que resulta singularmente llamativo de la situación es que los préstamos comerciales y los anticipos casi se duplicaron a lo largo del año pasado; síntoma, a su vez, de que ante la sequía del crédito del sector financiero los consumidores están recurriendo con mayor intensidad a los mecanismos de financiación que ofrecen las empresas comerciales que, no lo olvidemos, son aún más onerosos que los del sistema financiero.
Y lo peor no es eso sino que, según las estimaciones del Banco de España, se espera que la renta real de las familias españolas vuelva a caer este año, como consecuencia de la reducción en las transferencias desde el Estado y de que los incrementos salariales se están situando por debajo de la inflación esperada para este año, con lo cual, a finales de año todos habremos perdido poder adquisitivo. Y si a ello se suma el incremento de los tipos de interés con su oportuna repercusión sobre el Euribor y el coste de las cuotas hipotecarias el panorama es como para echarse a temblar. Advertidos quedamos.