Papel mojado
Y este último se publicó también en Público este domingo 28 de agosto. Como puede apreciarse, lo que se anticipaba tras las intervenciones del BCE y la reunión de Merkel y Sarkozy no ha tardado en tomar cuerpo: ni las primeras iban a salir gratis ni los segundos estaban hablando hacia el vacío. Una reforma constitucional sin pies ni cabeza, sin legitimidad ni valentía para consultar a los ciudadanos si la quieren o no. Ese ha sido el primer resultado.
“La principal cuestión que plantea la incorporación del principio de estabilidad presupuestaria a la Constitución es, precisamente, saber qué urgente necesidad había de ello dado que, una vez conocido su contenido, la conclusión es que es mero papel mojado.
Primero, por la peculiar definición de estabilidad presupuestaria elegida: el déficit estructural, esto es, el déficit no vinculado al ciclo económico. Esta definición se aleja de la establecida en el Pacto de Estabilidad y Convergencia europeo en donde se prohibe superar el 3% del déficit público total. Por tanto, la restricción fiscal europea es más rígida que la española y, por consiguiente, forzará a ésta a adecuarse a la misma, invalidando operativamente a la española.
Segundo, porque a pesar de que la reforma se apruebe con esta urgencia, el horizonte para su cumplimiento es 2020. Difícilmente podría alcanzarse antes dadas las escasas expectativas de crecimiento, pero, aún así, para lograrlo se tendrá que recurrir a una política fiscal muy restrictiva que repercutirá negativamente sobre la tasa de crecimiento y, por tanto, alejará aún más la recuperación económica. Una política que estará centrada en el recorte de prestaciones sociales de cara a evitar que, si se entra en una nueva recesión, el componente cíclico del gasto público se dispare.
Y tercero, porque a pesar de que exista una restricción similar a nivel europeo, su incumplimiento ha sido generalizado, incluso por Alemania y Francia. Por tanto, ¿qué credibilidad puede tener esta reforma para calmar a los mercados si ese fuera su fin?”.