Contento en La Paz
Sí, ya estoy en Bolivia y estoy contento. Lo estoy no sólo porque, como más de una vez he contado en este cuaderno, este es un país que me atrae y en el que tengo buenos amigos con los que me gusta compartir un mate, un café o una cerveza mientras ponemos al día nuestras vidas y compartimos nuestra percepción del proceso de transformación social en curso y sus dificultades. También lo estoy porque me gusta pasear las calles de La Paz que tiene uno de los cielos más bonitos bajo los que he vivido y porque por mucho que la recorra nunca deja de sorprenderme.
Pero, sobre todo, estoy contento porque ayer, en Andalucía, se pudo echar el freno al intento de consolidar la mayor concentración del poder político en manos de un partido cuya subordinación al discurso y los poderes dominantes es vergonzosa y se ha hecho más que evidente en apenas 100 días de gobierno; ayer se pudo frenar a un partido que ganó unas elecciones generales sin programa político público pero sí con una agenda oculta concreta: la de hacer lo que les dijeran desde Bruselas y desde los despachos de los grandes banqueros de este país aunque eso supusiera grandes sacrificios… para los demás (¿por qué será que siempre se les olvida esta coletilla?); ayer se pudo frenar a un gobierno que ha aplicado una reforma laboral que desmantela radicalmente las bases tuitivas del derecho del trabajo y convierte al mercado laboral en una selva, al tiempo que anunciaba que la reforma no creará empleo y seguirá aumentando el desempleo; ayer se pudo constatar que el pueblo andaluz es sabio y sólo le han hecho falta 100 días de gobierno para entender que darle tanto poder al Partido Popular en las elecciones generales pudo ser un error que no debía repetirse a nivel autonómico y que si se han ocultado los Presupuestos Generales hasta después de las elecciones andaluzas es porque ni siquiera los votantes de su partido estarán conformes con ellos. Estoy contento porque ayer, en Andalucía, la “sonrisa del régimen” se torció.
Cuando presté mi imagen para el anuncio electoral escribí que lo hacía porque es tiempo de dar la cara por lo que uno cree. Ahora constato que no me equivoqué; que hay mucha gente que ha entendido que de esta crisis no nos sacará ni el PP ni el PSOE, cuyas políticas, aunque difieran en contenidos sustantivos importantes, no se distancian demasiado en lo esencial. Si queremos conseguir otro mundo posible en el que la satisfacción de las necesidades se anteponga al beneficio no puede ser con las recetas de quienes han construido éste. Démosle a otros la oportunidad de demostrar que puede hacerse política de otra forma porque, entre otras cosas, en eso consistía la democracia. ¿O no?