¡Feliz 2013!
Este final de año ha sido muy intenso en trabajo. Esa sensación de que con el año se acaba el tiempo y que debemos concluir todos los pendientes, como si a éste no fuera a seguirle otro año, es angustiosa. Y aunque ha sido mucho lo concluido, también es mucho lo pendiente que queda por cerrar y a ello se añaden los nuevos y estimulantes proyectos que han surgido en estas últimas semanas y de los que iréis teniendo noticias en los próximos meses a través de este cuaderno.
En cualquier caso, y de momento, lo esencial va bien, lo que no es poco con los tiempos que corren.
Lo malo es que este año, como ya he dicho allá donde me han preguntado, será mucho peor que el que acaba de concluir. Hasta hace poco, me tachaban de pesimista cada vez que decía esto y exponía mi visión de cuál preveía que iba a ser nuestro futuro cercano; ahora, cuando tenemos encima el inicio –sí, el inicio- de la catástrofe social que se nos avecina, sólo me queda apenarme al ver como, con cada día que pasa, la realidad supera hasta mis más grises previsiones.
Y lo peor es que se acaba el tiempo para reaccionar: o este año se consiguen las rupturas necesarias para revertir la situación de colapso político, económico y social en la que nos encontramos o el proceso de acumulación por desposesión y depauperización de las clases medias impuesto por las élites políticas y económicas dominantes será irreversible a corto y medio plazo.
Así de negro se presenta el futuro, aunque no por ello voy a dejar de desearos a todas y todos los que por aquí pasáis que seáis todo lo felices que podáis y de recordaros que en nuestras manos, unidas, se encuentra la fuerza necesaria para evitar la barbarie hacia la que nos empujan.