La otra economía » 2009 » September

Notas archivadas en ''

Andalucía como ejemplo de un modelo agotado

Los amigos de Diagonal me pidieron un artículo breve sobre Andalucía y la crisis que aquí os dejo.

“A estas alturas, a nadie debería escapársele que para poder afrontar la salida de la crisis de la economía española hay que dejar de engañarse acerca de las causas aparentes de su origen (la crisis financiera internacional) y asumir que la misma obedece, en mucha mayor medida, al desequilibrado patrón de crecimiento seguido durante las últimas décadas.

Un patrón de crecimiento basado en una apuesta consciente, a la vez que suicida, por la construcción y que tuvo como resultado el espejismo de que la senda de crecimiento de la economía española podía llegar a ser una pronunciada pendiente ascendente sin final.

Evidentemente, la incidencia de esta crisis sobre las distintas Comunidades Autónomas que integran el Estado español está siendo diferente. Sus efectos han dependido del grado de ceguera con el que sus gobernantes regionales apostaron por el patrón de crecimiento que ahora se ha demostrado insostenible.

Entre esas Comunidades Autónomas, el caso de Andalucía es paradigmático. Relegada o autorelegada de la posibilidad de incorporarse al tren de la modernidad productiva, asumió su papel secundario en la distribución sectorial de la actividad productiva que se derivó de la creación del espacio económico europeo.

Andalucía aceptó, así, que su futuro pasaba por incentivar un sector turístico de sol y playa para las clases medias del resto de Europa; una oferta de servicios residenciales para los jubilados europeos; y, en el mejor de los casos, ello era complementado en algunas zonas por un turismo de medio y alto poder adquisitivo de tremendo impacto ecológico que acude para jugar al golf en unos campos cuyo mantenimiento exige de unos recursos hídricos demasiado valiosos, dada su escasez, como para destinarlos a esas veleidades.

Esa apuesta productiva, altamente estacional, alimentaba al mismo tiempo al sector de la construcción. La estacionalidad de los servicios turísticos se complementaba, así, con la estabilidad que a lo largo del año ofrecía el sector de la construcción y ambos contribuían a absorber, dado sus caracteres intensivos, una mano de obra poco cualificada que ahora resultará muy difícil reciclar.

De esa forma, desde la segunda mitad de los noventa el crecimiento de la economía andaluza se ha sustentado sobre la profundización en la euforia especulativa vinculada al sector de la construcción, con todas las secuelas que de ello se han derivado en términos de deterioro medioambiental pero, también, de deterioro de los precarios equilibrios sobre los que debe crecer una economía que aspire a hacerlo armónicamente.

Andalucía es, por tanto, un buen caso de estudio para analizar el grado de desestructuración económico y social al que puede dar lugar un crecimiento dejado al albur de las fuerzas del mercado. A nadie debería sorprender ahora que el aumento del desempleo sea mayor que en el resto del Estado o que la incidencia de la crisis esté resultando mayor. No son ni más ni menos que las tempestades que ahora les toca recoger a quienes sembraron aquellos vientos.”

Evo Morales en la Universidad Complutense

Este lunes pasado me correspondió el honor de presentar al Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales, en un acto que organizaba la Fundación CEPS, a la que pertenezco, en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid.

De su discurso quisiera destacar la petición que nos hizo a los profesores y estudiantes allí reunidos: “ayúdenme a cambiar las conciencias”.

Esto demuestra que él tiene tan claro por dónde hay que empezar como lo tuvieron en su momento los popes del neoliberalismo cuando comenzaron su ofensiva para convertirnos a todos en prototipos de manual del “homos economicus”.

Podéis ver el video del acto pinchando en este enlace.

El 11-S que no debemos olvidar

Un día como hoy del año 1973 Salvador Allende pronunciaba sus últimas y conmovedoras palabras antes de ser masacrado en el Palacio de la Moneda.

Probablemente muchos de vosotros las conocéis y resonarán en vuestra memoria esas escalofriantes palabras cargadas de esperanza y poesía de quien sabía que iba a morir minutos más tarde: “Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”.

Como sé que a este blog entran algunos de mis alumnos y, probablemente, la efeméride a la que asocian este día sea tan sólo el atentado de las Torres Gemelas, he creído conveniente colgar este video en el que puede oírse el último discurso de Allende en Radio Magallanes. Sus palabras, cargadas de razón, valentía y dignidad, no debiéramos olvidarlas nunca.

(La transcripción podéis leerla pinchando aquí).

 

Operación Pandemia

En este interesante y recomendable video argentino se dan algunas claves para entender por qué la elevada alarma social que se ha inoculado a la población en relación con la gripe porcina no se corresponde con su incidencia real.

¿Será, tal vez, que les molesta que nos besemos?

 

Llega la ola de desahucios

Hace más de un año y en clave de chanza publicaba este apunte en el que utilizaba una fotografía en donde se apreciaba la densidad de inmuebles en situación de ejecución hipotecaria en la ciudad de Denver (Estados Unidos) para advertir de lo que también comenzaría a ocurrir en nuestro país en breve.

Pues bien, la profecía comienza a cumplirse: según estimaciones del Consejo General del Poder Judicial, este año los juzgados realizarán cerca de 115 mil ejecuciones hipotecarias, el doble de las que se produjeron en 2008 y más de cuatro veces las del 2007. Y lo peor es que, como advierte esa institución, la situación se agravará en 2010 cuando se prevé que las ejecuciones aumenten cerca de un 65% con respecto a las de este año.

Todo ello a pesar de que los bancos no paran de idear fórmulas imaginativas para evitar la ejecución judicial, tales como quedarse con el inmueble y permitir que el ex propietario siga viviendo en él en régimen de alquiler.

Lo grave, junto a los dramas personales y personales que ello conlleva, es que el tratamiento de este problema sólo se ha realizado teniendo en cuenta las angustias y excesos del sector financiero que, en su carrera por el beneficio, sobreestimó conscientemente la solvencia de muchas de esas familias y se han desechado las angustias y excesos de esas familias que, por su parte, también sobreestimaron su capacidad de endeudamiento. Para los excesos de unos, las ayudas e intervenciones con dinero público; para los de los otros, los desahucios. Cuestión de justicia social, ya se sabe.

Cabo Verde: No Stress

Existen aún lugares en el mundo que reconfirmarían a Einstein en su teoría de que el tiempo es un concepto relativo y no un restricción asfixiante y fija sobre nuestras vidas; lugares para los que el retorno desde ellos a nuestra cotidianeidad exige un tiempo mayor de aclimatación que nos permita olvidar que se puede vivir con menos cosas y más despacio; lugares cuyo mayor valor paisajístico es la sonrisa de un niño, los cuerpos de una pareja paseando por una playa o la melodía de una canción.

Así es, o así me ha parecido que es, Cabo Verde, un lugar que te acoge con la frase que da título a este apunte: “No Stress”. Quienes sean capaces de asumir con todas sus consecuencias lo que esas dos palabras implican, la disfrutarán. Quienes piensen que porque un avión se retrasa varias horas el mundo va a hundirse será mejor que ni la pisen. Cabo Verde, como todo territorio en donde se vive de milagro, no admite medias tintas: o se acepta tal y como es o mejor buscar un destino alternativo.

Quienes se animen a visitarla descubrirán que cada una de sus islas tiene su aquél. Cada una es bella a su manera aunque todas comparten la alegría de sus habitantes; unos seres elegantes en su físico, amables en sus formas y risueños en su espíritu.

Como en otros viajes, en éste también he querido fijar en mi memoria algunos momentos que me produjeron sensaciones que, a través de la escritura, aspiro a resucitar cada vez que los relea en este cuaderno. Como no deseo hacer una crónica completa del viaje he elegido tres.

El primero, la sensación que tuve al pasear por el malecón de Ponta de Sol de encontrarme en uno de esos lugares en los que, si alguna vez me pierdo, probablemente podrían encontrarme allí, bebiendo cerveza y comiendo percebes en el Veleiro junto al puerto y frente al mar.

El segundo mientras jugaba con las olas en la playa de Santa Mónica, en Boavista, dieciséis kilómetros de playa completamente desierta de arena blanca y mar turquesa amenazadas por la próxima construcción de un complejo turístico promovido por una empresa española (se ve que no contentos con destrozar nuestro litoral también van a joder la playa ajena). La sensación de estar en una playa virgen en pleno mes de agosto es indescriptible, casi irreal. Luego, para cenar, y si se me acepta la recomendación, nada mejor que el carpaccio de atún que preparan en el Riba d’Olte para recomponerse de la paliza que da el mar. Aún sueño con él (con el carpaccio, se entiende).

Y el último recuerdo, el más intenso, fue paseando al atardecer por el paisaje lunar de Cha das Caldeiras, en la isla de Fogo. Al pasar junto a un anciano que desgranaba, con dedos como raíces de tanto hundirlos en la tierra, los pequeños rubíes de una granada, me espetó, sin ni siquiera mediar un saludo: “¿Quiere usted comer?”, tendiéndome la mitad de su fruta. La acepté y hablamos un rato. Contó que había estado dos veces en Estados Unidos, visitando a su hijo, pero que el resto de su vida la había pasado en su aldea, en el cráter del volcán; sacó de su casa el retrato de su antepasado, el duque de Montrond, y lo mostró con orgullo; habló de lo dura que era la vida y de lo que costaba arrancarle a la ceniza algo que llevarse a la boca. En un momento en el que hablaba de las frutas que se cultivaban en la zona, y al no entender a cuál de ellas se refería, sacó un par de membrillos para que no nos quedara la duda; cuando fui a devolverle el que me había entregado, me miró a los ojos y me preguntó, con humildad, como si sus palabras pudieran ofenderme ,“¿No lo quiere el señor?”. Yo no había entendido que no solo había utilizado la fruta para superar nuestras dificultades de comunicación sino que también nos la estaba regalando con la misma generosidad con la que minutos antes me había invitado a compartir su granada. Se llamaba Daniel, nombre bíblico del que se enorgullecía, y tenía setenta y cinco años. Esa noche estaba solo. Su mujer había enfermado y estaba abajo, en la clínica de San Felipe.

En fin, que ya estoy de vuelta y que las vacaciones se acabaron. Hola a todos.

(La foto es mía en Punta do Sol: una niña que ya sabe mirar de frente a sus semejantes. Como debe de ser).

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Alberto Montero