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Cumbre de la Madre Tierra

Ayer comenzó en Cochabamba la Cumbre de la Madre Tierra. La mayor parte de los medios de comunicación de masas apenas se han hecho eco de la convocatoria, expresión inequívoca de que el hecho de que se reúnan personas y gobiernos que realmente están preocupados por lo que le ocurre al planeta y que, además, son capaces de formular propuestas alternativas para otro mundo posible no es noticia. Otro gallo hubiera cantado si Obama se hubiera dado un paseíto por allí repartiendo palmaditas en la espalda.

La desatención informativa sobre esta Cumbre contrasta con la hiperinflación de la que fue objeto la de Copenhague a pesar de que los resultados de ésta fueron tan pobres como, previsiblemente, serán los de aquélla. Los de Copenhague porque ni había ni hay voluntad política de hacer nada para frenar el deterioro del planeta siempre que ello sea a costa de unas décimas del PIB; los de Bolivia porque existiendo voluntad política entre los presentes, carecen de poder real para implementar sus propuestas.

La resultante es la misma: un mundo que agoniza y al que volvemos la espalda.

Mi querido Galeano escribía ayer en Página 12 unas palabras dirigidas a los presentes justificando su ausencia y animándolos a luchar por los derechos humanos y por los derechos de la Naturaleza que, en sus palabras, son dos nombres de una misma dignidad.

Aquí van sus palabras:

“Lamentablemente, no podré estar con ustedes.

Se me atravesó un palo en la rueda, que me impide viajar.

Pero quiero acompañar de alguna manera esta reunión de ustedes, esta reunión de los míos, ya que no tengo más remedio que hacer lo poquito que puedo y no lo muchito que quiero.

Y por estar sin estar estando, al menos les envío estas palabras.

Quiero decirles que ojalá se pueda hacer todo lo posible, y lo imposible también, para que la Cumbre de la Madre Tierra sea la primera etapa hacia la expresión colectiva de los pueblos que no dirigen la política mundial, pero la padecen.

Ojalá seamos capaces de llevar adelante estas dos iniciativas del compañero Evo, el Tribunal de la Justicia Climática y el Referéndum Mundial contra un sistema de poder fundado en la guerra y el derroche, que desprecia la vida humana y pone bandera de remate a nuestros bienes terrenales.

Ojalá seamos capaces de hablar poco y hacer mucho. Graves daños nos ha hecho, y nos sigue haciendo, la inflación palabraria, que en América latina es más nociva que la inflación monetaria. Y también, y sobre todo, estamos hartos de la hipocresía de los países ricos, que nos están dejando sin planeta mientras pronuncian pomposos discursos para disimular el secuestro.

Hay quienes dicen que la hipocresía es el impuesto que el vicio paga a la virtud. Otros dicen que la hipocresía es la única prueba de la existencia del infinito. Y el discurserío de la llamada “comunidad internacional”, ese club de banqueros y guerreros, prueba que las dos definiciones son correctas.

Yo quiero celebrar, en cambio, la fuerza de verdad que irradian las palabras y los silencios que nacen de la comunión humana con la naturaleza. Y no es por casualidad que esta Cumbre de la Madre Tierra se realiza en Bolivia, esta nación de naciones que se está redescubriendo a sí misma al cabo de dos siglos de vida mentida.

Bolivia acaba de celebrar los diez años de la victoria popular en la guerra del agua, cuando el pueblo de Cochabamba fue capaz de derrotar a una todopoderosa empresa de California, dueña del agua por obra y gracia de un gobierno que decía ser boliviano y era muy generoso con lo ajeno.

Esa guerra del agua fue una de las batallas que esta tierra sigue librando en defensa de sus recursos naturales, o sea: en defensa de su identidad con la naturaleza.

Hay voces del pasado que hablan al futuro.

Bolivia es una de las naciones americanas donde las culturas indígenas han sabido sobrevivir, y esas voces resuenan ahora con más fuerza que nunca, a pesar del largo tiempo de la persecución y del desprecio.

El mundo entero, aturdido como está, deambulando como ciego en tiroteo, tendría que escuchar esas voces. Ellas nos enseñan que nosotros, los humanitos, somos parte de la naturaleza, parientes de todos los que tienen piernas, patas, alas o raíces. La conquista europea condenó por idolatría a los indígenas que vivían esa comunión, y por creer en ella fueron azotados, degollados o quemados vivos.

Desde aquellos tiempos del Renacimiento europeo, la naturaleza se convirtió en mercancía o en obstáculo al progreso humano. Y hasta hoy, ese divorcio entre nosotros y ella ha persistido, a tal punto que todavía hay gente de buena voluntad que se conmueve por la pobre naturaleza, tan maltratada, tan lastimada, pero viéndola desde afuera.

Las culturas indígenas la ven desde adentro. Viéndola, me veo. Lo que contra ella hago, está hecho contra mí. En ella me encuentro, mis piernas son también el camino que las anda.

Celebremos, pues, esta Cumbre de la Madre Tierra. Y ojalá los sordos escuchen: los derechos humanos y los derechos de la naturaleza son dos nombres de la misma dignidad.

Vuelan abrazos, desde Montevideo.”

4 comentarios a “Cumbre de la Madre Tierra”

  1. Estimado Alberto, desgraciadamente tienes razon los poderes mediaticos ignoran, reuniones interesantes para el interes global como esta y tantas otras, donde pueden salir ideas importantes para parar la destruccion de la tierra. Pero yo me pregunto porque los que nos motivan estos y otros problemas no somos capaces de transmitir las preocupaciones porque no tomamos riendas de comunicacion global, la contestacion facil es que no poseemos de capital pero hoy dia con las posibilidades de comunicacion global que existen no es esa la clave, quizas somos aburridos o quizas somos menos de los que creemos pero me resisto a creer que la extrema derecha son mas numerosos sin embargo hay esta intereconomia por ejemplo, para cuando un canal para la izquierda de verdad para los preocupados por problemas globales , para transmitir ideas reales de izquierda, para que nuestra voz de escuche, y no solo se nos escuche en los bares o en pequeños bloog escondidos entre la red.

  2. Cierto, no vi la “cumbre de la Madre Tierra” en las noticias, no vi las noticias bien?,…A veces las veo empezadas, o leo lo qué me parece en los titulares..pero…ésta no la vi…No le dieron demasiada relevancia…sino la hubiera de alguna forma leído o visto,…Espero puedan implementar de alguna manera sus propuestas..quienes nos sucedan..lo agradeceran…

  3. Asunto solucionado (el de la desatención informativa sobre la Cumbre).
    Evo le ha hecho caso, Sr. Montero, y ha dicho, esto lo arreglo yo en menos que canta un pollo.
    Qué razón tiene Eduardo Galeano: “ojalá seamos capaces de hablar poco y hacer mucho”
    No sé de qué me extraño, si la definición de BOCAZAS debiera ser a estas alturas “dícese del político de cualquier partido, raza, sexo, “pelaje”…

    Con cariño, heterosexual consumidora habitual de pollos (mayormente europeos)

  4. Evo habló de desviación, no de homosexualidad. Escucharlo como sinónimo es cuestión del que lo escucha. Y cuando el que escucha es un blanco, dueño del idioma y con intereses afectados por la parada de pies que Bolivia le está haciendo al neocolonialismo ocurre lo que ocurrió. A burlarse del indio y ni pisca de reflexión sobre los efectos en la salud el consumo de pollo con hormonas. Hace rato se sabe las alteraciones que provoca. Una es la disminución de espermatozoides en el semen. Claro, esto no es una desviación. Evo debería tener asesores para cuestiones como éstas, porque está visto que no lo dejarán en paz.

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Alberto Montero