La otra economía

“Resolviendo” para llegar a Uyuni

Si algo he aprendido en mis viajes por América Latina es la importancia que en casi todos esos países tiene el verbo “resolver” y lo bien o mal que seas capaz de conjugarlo.

Esa expresión en Suiza, por ejemplo, carece del sentido que le dan los latinoamericanos. Allí todo funciona como un reloj y, en consecuencia, está resuelto de antemano: los trenes llegan a su hora, las huelgas se convocan previo trámite administrativo, el gobierno las autoriza con tiempo para que los ciudadanos puedan reorganizar su vida, las reservas de los hoteles se hacen para que cuando uno llegue pueda disponer de habitación y hasta los autobuses tienen un límite máximo de pasajeros que pueden viajar en ellos.

Habrá quienes consideren que ese grado de previsibilidad es de un aburrido insoportable y habrá quienes piensen que es un avance de la civilización semejante al descubrimiento del fuego. Ya se sabe que hay gustos para todo. En cualquier caso, creo que hay términos medios que permiten que ni la vida sea tan aburrida ni que se tenga que convertir en una aventura permanente.

¿Que a qué viene todo esto? Pues viene a que el domingo pasado tenía todo perfectamente programado para viajar a Uyuni y perderme tres días del mundo conociendo su Salar (el lugar donde, según dicen, se concentra la mayor energía cósmica del planeta, que no digo que no, pero también se concentra mucha sal y no hay que ser muy místico para darse cuenta) y las lagunas de los desiertos de la Reserva Eduardo Avaroa (en donde, como habréis imaginado, lo que se concentra es agua rodeada de mucha arena y piedra). [Sigue leyendo →]

Noche de Bohemia

Siento la ausencia pero es que llevo unos días que para mí se quedan. Me paso el día corriendo de un lado a otro haciendo mil cosas aunque, como no podía ser de otra manera, también he buscado los momentos para ver a los amigos, casi siempre aprovechando los almuerzos y las cenas, y charlar sobre el momento tan complejo que vive Bolivia.

Es más, incluso ha habido ocasión para uno de esos encuentros que a mí me parecen mágicos y que, como no quiero olvidar, anoto en este cuaderno: algunos amigos reunidos en torno a unas botellas de ron en el lobby de un hotel, una luz tenue, un magnífico pianista cubano y la voz profunda de Andy Montañez cantando boleros, entre risas y suspiros, mientras fuera una fría lluvia lavaba la madrugada de La Paz.

“Noche de Bohemia” le llaman los cubanos.

 

De vuelta a Bolivia

Lamento no haber tenido tiempo para avisar de que estos días iba a tener este cuaderno un poco más descuidado.

La razón, como anticipa el título de esta entrada, es que me encontraba viajando hacia Bolivia, en donde ya estoy, después de alguna peripecia en el camino propia de estos viajes plagados de escalas y que más vale olvidar. Como decía alguien que ahora no recuerdo quién era: lo malo de viajar es, precisamente, viajar.

Hace poco más de un año, por estas mismas fechas, el camino había sido el inverso, de retorno a España desde Bolivia. Los meses que viví aquí fueron un tiempo tan intenso como extraño, marcado por las altas dosis de magia que impregnan el mundo andino y sobre el que me he descubierto muchas noches pensando desde entonces para tratar de comprender, sin éxito, algo de ella. Una magia muy distinta a la caribeña, mucho más profunda, ancestral y hasta temible.

Como siempre, y pensándolo ahora, la vida aquí dio para mucho: para agotadoras sesiones de trabajo que se prolongaban hasta la madrugada en conversaciones cuajadas de risas y mojitos que, afortunadamente, acababan por destensar las mandíbulas y los nervios antes de irnos a dormir; para varios viajes por el país y alguna escapada a Perú; para descubrir el drama cotidiano de quienes carecen de todo y día a día tienen que proveerse de lo básico; para maravillarme cada noche con los cielos y la luna del Sur y cada día con la luz limpia y cristalina de Sucre.

Y también, como siempre, dio tiempo para hacer amigos algunos de los cuales son ya parte de mi geografía afectiva más querida y que se encuentra repartida, mucha de ella, por la extensa geografía latinoamericana.

Estos retornos carecerían de sentido si no estuvieran marcados por la alegría de los reencuentros con quienes te demostraron cariño cuando hubo momentos malos (que siempre los hay); con quienes compartí alegrías, tristezas, ansiedades, nostalgias, risas o llantos; a quienes uno se siente unido en sus convicciones más profundas y en sus luchas más cotidianas.

La excusa son las clases en el Doctorado, aliñadas con alguna conferencia y engordadas con otros compromisos públicos con los que esos mismos amigos te van rellenando la agenda conforme te vas acercando. Compromisos a los que uno no puede negarse en estos tiempos difíciles que les están tocando vivir; que nos están tocando vivir.

Este cuaderno será en estos días, quizás, un poco más personal o quizás no. Quién sabe. El cuerpo me irá dictando los ritmos y los contenidos con los que lo nutra. Vamos, que ahora que lo pienso, tampoco va a cambiar mucho la cosa.

(La foto es mía: un heladero con su hermanita en el mercado campesino de Cliza).

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No somos tan diferentes del resto de europeos

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Y es que, al menos en lo que se refiere al tema de la inmigración, no podía ser de otra forma por mucho que se siga pensando -y yo el primero- que “Spain is different”. Debe de serlo para otras cosas.

Si el gobierno de este país decidió en su momento votar a favor de la Directiva de la vergüenza considerándola, en palabras de nuestro presidente del Gobierno, como un gran avance progresista, no es ni más ni menos porque gran parte de la población de este país apoya el tipo de medidas que bajo esa Directiva toman cuerpo.

Basta para sostener esa afirmación con echarle un vistazo a los datos de la última oleada del Barómetro del Instituto Elcano referidos a inmigración. [Sigue leyendo →]

An de güiner is…

¿Emilio Botín…  

 … o Francisco Franco?   

La crisis económica no respeta ni a Dios

En el Vaticano han relegado el interés por seguir aumentando la lista de pecados para otro momento y andan preocupados por cuestiones crematísticas mucho más terrenales.

Y es que la depreciación del dólar ha deteriorado significativamente sus cuentas públicas como consecuencia de que el 25% de los 80 millones de dólares que recibió en donaciones el año pasado, y que constituyen el grueso de sus ingresos fiscales, provienen de donantes de los Estados Unidos y, por lo tanto, se hacen en dólares.

Si a ello se le une la pérdida de valor de sus inversiones financieras, el coste de mantener una estación de radio y un periódico propios en un estado cuya población es de 900 personas y el sufragio de las pensiones de más de 1500 personas, la situación fiscal del Vaticano no pinta bien: el año 2007 lo cerraron con un déficit de 13 millones de dólares que, rápidamente, un donante estadounidense se ha prestado a sufragar. 

Ante este panorama, no nos extrañemos si un día sale el Papa con una encíclica recomendando que cuando se pase el cepillo sólo se acepten limosnas en euros y, a poder ser, en billetes.

Imagine

Nueve niños como los que aparecen en este video han perdido su vida en las aguas del Mediterráneo cuando sus madres los llevaban consigo en su intento de llegar a las costas españolas y ofrecerles un futuro.

Nueve vidas truncadas en el albor de sus días. Nueve sonrisas que no volverán a brillar. Nueve miradas inocentes que ahora devoran los peces.

Escucha la música, mira las imágenes e imagina que el mundo no fuera una mierda. Difícil, ¿verdad?

Alemania también quiere sus inmigrantes-solución

No sólo en Italia se plantean de forma vergonzosa la necesidad de distinguir entre inmigrantes-solución e inmigrantes-problema. También en Alemania parece que tienen claro que el derecho de toda persona a circular libremente y tratar de mejorar sus condiciones vitales debe estar restringido y limitado a quienes resulten funcionales al proceso de acumulación económico. Ni más ni menos.

Mientras que en Italia la discusión se planteaba en torno a los inmigrantes encargados de cubrir las lagunas asistenciales del Estado de bienestar y los problemas que generaría su expulsión, en Alemania la diferencia entre ambas categorías de inmigrantes –solución y problema- se plantea sobre otras bases.

Así, el gobierno alemán, el mismo que quiere mantener las restricciones a la entrada de trabajadores comunitarios de origen búlgaro o rumano, está estudiando un proyecto para facilitar la entrada y permanencia de graduados universitarios extracomunitarios.

Esos son, para Alemania, sus inmigrantes-solución, los que le ayudarán a seguir manteniendo su poderío económico mientras en los países de origen se asiste impotente a la sangría de titulados universitarios hacia las naciones ricas. Si antes fueron las materias primas, ahora son sus cerebros más privilegiados o su personal más cualificado el que es importado a precio de saldo.

¿Se puede tener una concepción más utilitarista del ser humano?

Caldera a todo vapor

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Cuando se anunció la composición del nuevo gobierno y se comprobó que Jesús Caldera, ex ministro de Trabajo, ya no iba a formar parte del mismo, hubo un cierto revuelo. Caldera justificó su ausencia del gobierno diciendo que el presidente Zapatero le había encargado “una misión en el terreno de las ideas”. Reconozco que fui un poco malo y pensé: “pues le habrá encargado que tenga alguna, para variar”.

Mi maldad, hasta cierto punto, no estaba muy desencaminada. A Caldera le encargaron que creara un think tank de pensamiento progresista para que nutriera de ideas al PSOE, la Fundación de Estudios Progresistas (para que no cupiera ninguna duda respecto a lo que se pretende cocinar allí dentro), y, al parecer, la misma ya está dando sus primeros resultados.

En el Congreso del PSOE que se está celebrando estos días, Caldera ha comenzado a exponerlos: “la culpa de la crisis es de Bush”. Sin comentarios.

 

Zapatero, el progresista, contra los conservadores socialistas europeos

En una interesante entrevista que se publica hoy en Rebelión, el eurodiputado italiano Vittorio Agnoletto nos cuenta algunos de los entresijos de la tramitación y aprobación de la Directiva de la Vergüenza. Esa que para el presidente de nuestro gobierno constituye un “avance progresista”.

Según nos desvela Agnoletto, esta Directiva nace de un férreo acuerdo entre Zapatero y Sarkozy (de todos conocido por su talante progresista), al que se sumaron la mayor parte de gobiernos europeos –casi todos conservadores en estos momentos, no lo olvidemos- en sus presiones sobre el Parlamento para que aquélla fuera aprobada sin modificaciones.

Es más, la Directiva es un avance “tan progresista” que la mitad del Grupo Socialista del Parlamento Europeo votó en su contra y el 35% se abstuvo. Así que la Directiva de la Vergüenza se aprobó gracias a los votos de los europarlamentarios conservadores que, al parecer, ahora también se han vuelto tan progresistas en su valoración de la misma como Zapatero.

Se ve que el 85% de los europarlamentarios socialistas fue incapaz de percibir la elevada carga de progresía que incorporaba la Directiva en su tratamiento de la emigración y no les quedó más remedio que asumir que eran, en opinión de Zapatero, “unos ignorantes supinos o unos demagogos irresponsables”. ¡Toma ya talante!

Así que parece que en el caso de la Directiva en cuestión ocurre lo mismo que con la discusión acerca de si hay o no crisis en España: sólo él considera que es progresista y sólo él considera que no hay crisis. Los demás estamos equivocados. Que lo sepáis. 

Alberto Montero