La otra economía » 2011 » April

Notas archivadas en ''

Lo que se debe aquí

El Banco de España acaba de hacer público el dato del endeudamiento de las familias españolas en 2010 y que se eleva a la friolera de casi 958 mil millones de euros (sí, casi un billón de euros) o, lo que es lo mismo, el 95,8% del PIB español o, lo que es igual, el monto de casi todo lo producido en este país a lo largo de un año.

Al desagregar la evolución del endeudamiento por los distintos tipos del mismo nos encontramos con que los préstamos a largo plazo, es decir, los vinculados fundamentalmente a la compra de viviendas se han mantenido estables. Además, los préstamos a corto plazo se han reducido, síntoma de que las entidades financieras han restringido el grifo del crédito para un sector amplio de la población que acudía a ese tipo de financiación para atender gastos de menor cuantía que no podían enfrentar con sus ahorros. Y lo que resulta singularmente llamativo de la situación es que los préstamos comerciales y los anticipos casi se duplicaron a lo largo del año pasado; síntoma, a su vez, de que ante la sequía del crédito del sector financiero los consumidores están recurriendo con mayor intensidad a los mecanismos de financiación que ofrecen las empresas comerciales que, no lo olvidemos, son aún más onerosos que los del sistema financiero.

Y lo peor no es eso sino que, según las estimaciones del Banco de España, se espera que la renta real de las familias españolas vuelva a caer este año, como consecuencia de la reducción en las transferencias desde el Estado y de que los incrementos salariales se están situando por debajo de la inflación esperada para este año, con lo cual, a finales de año todos habremos perdido poder adquisitivo. Y si a ello se suma el incremento de los tipos de interés con su oportuna repercusión sobre el Euribor y el coste de las cuotas hipotecarias el panorama es como para echarse a temblar. Advertidos quedamos.

Telefónica da ejemplo

La prueba más evidente de que la economía capitalista está en una espiral en la que su norte es exclusivamente la búsqueda desenfrenada del beneficio no sólo con absoluto desprecio de sus repercusiones sociales y económicas sino también hasta con obsceno cinismo es el reciente anuncio de Telefónica.

Días después de haber declarado los mayores beneficios de su historia en el marco de la mayor crisis económica de la historia reciente y horas antes de haber anunciado un plan de retribuciones para sus ejecutivos que superará los 450 millones de euros, anunció que despediría al 20% de su plantilla en España, esto es, unos 6 mil trabajadores.

Por si alguien tenía alguna duda acerca de cómo, cada vez más, los beneficios están reñidos con el uso del factor productivo trabajo allí donde éste se presta en condiciones mínimamente reguladas y más vinculados a la deslocalización hacia entornos en que estas empresas son capaces de imponer la ley de la selva y, con ella, las reglas del poderoso, el ejemplo de Telefónica es de manual.

Por si alguien pensaba que la recuperación económica pasaba por que las grandes empresas aumentaran sus beneficios y que de ahí se derivaría la recuperación del empleo, el ejemplo de Telefónica, cuando menos, debería hacerle reflexionar.

Pinchando aquí podéis leer el comunicado lanzado por ATTAC al respecto. No creo que nada de lo que se pide en el mismo esté fuera de lugar. Es lo mínimo que deberíamos exigir que se nos explique y que se aplique.

Engañados como a chinos

Como el mejor de los fenicios, a pesar de ser de Valladolid, el presidente Zapatero ha cogido el muestrario de instituciones públicas a privatizar - AENA y la gestión de los puertos y aeropuertos- y se ha marchado a tratar de vendérselas a los chinos. Para ello no le va a quedar más remedio que tratar de embaucarlos de alguna sutil manera porque, si no, no creo que éstos vayan a comprar algo de lo que nosotros queremos desprendernos no sé si por ruinoso o porque simplemente se quiere hacer caja sin atender a las consecuencias de esa decisión.

En cualquier caso, si los chinos las compran solo puede ser uno o ambos de estos motivos: porque no son ruinosas y, por lo tanto, esperan obtener beneficios de su explotación y/o porque son estratégicas y, por lo tanto, esperan obtener posiciones ventajosas en el futuro de su propiedad. En ambos casos quien pierde es el Estado español y todos sus ciudadanos: ingresos y soberanía. Menudo negocio.

Pero no contento con la venta de lo público también anda tratando de vender a precio de saldo las cajas de ahorro, con lo cual ahora nos encontramos con la paradójica situación de que, para desesperación de los que reclamábamos una banca pública, quienes van a nacionalizar ese sector van a ser los chinos a través de sus instituciones financieras públicas o de sus fondos soberanos. ¿No queríamos banca pública? Pues ya estamos a punto de tenerla, camaradas.

¿Por qué se cuestionan a las cajas de ahorro?

En el número de abril de la revista Temas para el Debate, de la Fundación Sistema, se publica este breve cuestionario que me hicieron junto a otros entrevistados sobre el traído y llevado tema de las cajas de ahorro. Aquí os lo dejo por si pudiera resultar de interés.

 1. ¿Por qué se cuestionan las Cajas de Ahorro? ¿Hay un razones político-ideológicas tras este cuestionamiento?

El cuestionamiento sobre las Cajas de Ahorro tiene, en principio, una base real: son, en su conjunto, la manzana podrida del sistema financiero de este país dada su elevadísima exposición al riesgo inmobiliario. Ello exigía algún tipo de intervención, pero la opción elegida ha sido, probablemente, la peor de todas: muchas acabarán saneadas con dinero público y vendidas al mejor postor.

Pero más allá de esta razón existe una ideológica: aunque sean instituciones privadas, en su dirección sigue existiendo presencia del poder político y, en estos momentos, el gran capital ya no necesita del poder político para imponer su programa económico y social, esto es, es ya más un estorbo del que puede desprenderse que un cómplice necesario.

 2. ¿Por qué a las Cajas se les exige tanto capital de reserva y no así los Bancos?

Pues básicamente obedece tanto a su delicada posición de solvencia como a que el gobierno está anticipando los criterios de Basilea III que deberá asumir todo el sistema financiero. A las Cajas les ha tocado servir de ejemplo de que España quiere estar a la vanguardia de las reformas financieras y ello se hace en el momento menos apropiado: cuando no se está para dar ejemplo sino para salvar los muebles.

 3. ¿Era imprescindible la reconversión del sector como viene exigiendo el Banco de España y el Gobierno? ¿Qué puede implicar la privatización de las Cajas?

Sí que creo que era necesaria una reforma porque las Cajas han ido bancarizándose y se habían convertido en un híbrido cuya naturaleza era necesario clarificar.

Pero el que se haya optado por la bancarización en lugar de aprovechar para convertirlas en una potente pata pública en el sistema financiero tiene consecuencias. La primera, que el gobierno entrega la política crediticia del país al sistema bancario: se perdió la soberanía monetaria al incorporarnos el euro y ahora se rechaza recuperar la soberanía sobre el crédito, quedando éste subordinado a los intereses del sistema financiero, más preocupado por la obtención de beneficios que por el estímulo de la economía. La segunda es que la obra social de las Cajas de Ahorro permitía mantener en marcha gran número de proyectos sociales que se verán resentidos o desaparecerán. Y, finalmente, esta reforma expulsará hacia la exclusión financiera a muchas personas que no son clientes rentables para los bancos.

4. ¿Qué efectos están teniendo tantos cambios y vacilaciones en las exigencias a las Cajas?

El efecto más grave es la profundización en la contracción del crédito al que se han visto abocadas las Cajas. Una contracción que venía inserta en el propio plan de reconversión dado que,  al exigírsele más capital, cada operación nueva de crédito supone un consumo de éste lo que les induce a restringirlo aún más. Y una contracción que se agrava ante un contexto de incertidumbre y que no es más que la reacción lógica de cualquier agente económico que se enfrenta al mismo.

Alberto Montero