La otra economía » 2011 » August

Notas archivadas en ''

Papel mojado

Y este último se publicó también en Público este domingo 28 de agosto. Como puede apreciarse, lo que se anticipaba tras las intervenciones del BCE y la reunión de Merkel y Sarkozy no ha tardado en tomar cuerpo: ni las primeras iban a salir gratis ni los segundos estaban hablando hacia el vacío. Una reforma constitucional sin pies ni cabeza, sin legitimidad ni valentía para consultar a los ciudadanos si la quieren o no. Ese ha sido el primer resultado. 

“La principal cuestión que plantea la incorporación del principio de estabilidad presupuestaria a la Constitución es, precisamente, saber qué urgente necesidad había de ello dado que, una vez conocido su contenido, la conclusión es que es mero papel mojado.

Primero, por la peculiar definición de estabilidad presupuestaria elegida: el déficit estructural, esto es, el déficit no vinculado al ciclo económico. Esta definición se aleja de la establecida en el Pacto de Estabilidad y Convergencia europeo en donde se prohibe superar el 3% del déficit público total. Por tanto, la restricción fiscal europea es más rígida que la española y, por consiguiente, forzará a ésta a adecuarse a la misma, invalidando operativamente a la española.

Segundo, porque a pesar de que la reforma se apruebe con esta urgencia, el horizonte para su cumplimiento es 2020. Difícilmente podría alcanzarse antes dadas las escasas expectativas de crecimiento, pero, aún así, para lograrlo se tendrá que recurrir a una política fiscal muy restrictiva que repercutirá negativamente sobre la tasa de crecimiento y, por tanto, alejará aún más la recuperación económica. Una política que estará centrada en el recorte de prestaciones sociales de cara a evitar que, si se entra en una nueva recesión, el componente cíclico del gasto público se dispare.

Y tercero, porque a pesar de que exista una restricción similar a nivel europeo, su incumplimiento ha sido generalizado, incluso por Alemania y Francia. Por tanto, ¿qué credibilidad puede tener esta reforma para calmar a los mercados si ese fuera su fin?”.

La dictadura económica europea

Este otro se publicó el 18 de agosto, al día siguiente de que Merkel y Sarkozy empezaran a pactar el futuro de Europa. Un futuro que se avizora muy negro para la ciudadanía y su bienestar.

“El compromiso de Merkel y Sarkozy para crear un gobierno económico para salvar al euro constituye un paso de gigante en la deriva antidemocrática de la Unión Monetaria Europea.

De entrada, sorprende el silencio alemán durante la reciente crisis de la deuda soberana española, italiana e, incluso, francesa y contrasta con su compromiso actual con la reforma del gobierno económico europeo.

Pero sorprende menos cuando se conoce el contenido del compromiso franco-germano. Y es que tras imponer en su momento la creación de un BCE independiente de los Estados y que era un fiel reflejo en su estructura y criterios de política monetaria del Bundesbank, lo que se ha traducido en un manejo absolutamente draconiano e inflexible de la crisis, ahora Alemania quiere imponer un gobierno económico que hurta a los parlamentos y, por tanto, a los ciudadanos la capacidad de decisión sobre la política fiscal, restingiendo constitucionalmente la posibilidad de recurrir al déficit público.

Estamos, por tanto, ante una propuesta que amenaza con sacar del ámbito de discusión democrática el grueso de las decisiones de política económica que afectan al bienestar colectivo y convertir a nuestras democracias en meras cáscaras vacías de contenido real.

Ante el alborozo de nuestros políticos, no olvidemos que también las dictaduras son formas de gobierno y no por ello debemos alegrarnos de su proclamación.”

Deuda pública que sirve a la privada

Este artículo lo escribía el quince de agosto, a finales de la semana en que el acoso sobre la deuda pública española fue más intenso y que no se resolvió hasta que el BCE decidió intervenir en el mercado.

 “El episodio de este pasado miércoles, cuando un rumor sobre la rebaja de la calificación de la deuda francesa provocó el aumento de su prima de riesgo y la caída en cadena de las bolsas europeas, es expresivo del papel cardinal que han adquirido los mercados de deuda en la guerra abierta desatada entre acreedores y deudores. Una guerra que, por la vía de los planes de ajuste aplicados en beneficio de los primeros, está mutando progresivamente en un conflicto de clases con expresiones cada vez más violentas de enfrentamiento entre ellas, como pone de relieve lo ocurrido en las calles inglesas.

Los mercados de deuda se han convertido en el espacio de socialización de las deudas privadas –especialmente, de las del sector financiero-, de los costes del rescate de unas instituciones que gozan del poder suficiente como para hacer recaer el coste de sus excesos sobre los ciudadanos y, al mismo tiempo, seguir ganando dinero con ello.

Desde que se aceptó el chantaje de que algunas entidades eran demasiado grandes para quebrar y que la quiebra de una de las del resto podría provocar una crisis sistémica, los mercados de deuda pasaron a situarse en el ojo del huracán y los dictámenes de las agencias calificadoras no sólo valoran la solvencia de las haciendas públicas para afrontar su deuda sino también su capacidad para asumir el coste de los posibles rescates privados futuros.

Por esa vía, los mercados de deuda soberana constituyen el ámbito desde el que los acreedores financieros internacionales y nacionales, en connivencia con las agencias calificadoras, han hurtado la soberanía a los parlamentos, forzándoles a aplicar planes de ajuste orientados tanto a la devaluación interna como a garantizarles sus ingresos mediante recortes del gasto público y en donde el único gasto que no se cuestiona es el destinado al pago del principal y los intereses de la deuda.

Todo ello queda magníficamente ejemplificado en la reacción que tuvo Sarkozy ante el rumor de la rebaja en la calificación de la deuda francesa: reunir a parte de su gabinete para instarles a profundizar y acelerar el proceso de ajuste del déficit público.

Pero, al mismo tiempo, ese episodio también constituye un buen ejemplo de la esquizofrenia en la que se desenvuelve este capitalismo de casino cuando, ante el anuncio del avance en el ajuste, las Bolsas europeas entraron en caída libre. Y es que el ajuste que hoy exigen los tenedores de deuda soberana para preservar sus flujos de renta no es sino es el fundamento de la recesión y su repercusión sobre los beneficios que temen los tenedores de renta variable, con el agravante de que, en la mayor parte de los casos y dada su presencia en ambos mercados, son los mismos agentes los que reclaman el ajuste y la expansión. Como diría, Astérix, otro galo insigne: ¡estos mercados están locos!”.

La versión digital podéis verla aquí.

Wallerstein y la Unión Europea

Una breve pero interesante reflexión de Wallerstein extraída de su artículo “¿Ya logró el euro un bote salvavidas?” publicado hoy en La Jornada. Y me parece interesante porque sitúa la cuestión en términos de la política real, de la confrontación de poderes existentes y de las posibilidades concretas de acción. Otra cosa es que esas posibilidades nos parezcan de escaso alcance transformador o que releguen a un futuro demasiado lejano la reversión del sistema; pero de lo que no cabe duda es que incide en algo que a mí siempre me ha preocupado cuando escucho –y en estos días se escuchan muchas- proclamas incendiarias de transformación: los tránsitos.

“Las voces desde la izquierda de la izquierda constantemente se quejan de que la zona euro es básicamente una institución neoliberal, que protege a los bancos y lastima a los más pequeños. Esto es cierto en gran medida. Lo que nunca he entendido es por qué alguien piensa que la izquierda estaría mejor con una serie de estados totalmente separados. Me parece que las fuerzas neoliberales serían mucho más poderosas si la Unión Europea desapareciera.

A fin de cuentas, la Unión Europea y su zona euro se desempeñarán “menos mal” en el colapso importante que se avecina. Eso no es mucho logro, pero en la carrera por los botes salvavidas Europa puede por lo menos garantizar el lanzamiento de uno de éstos.”

La deuda estadounidense en imágenes

Este lunes, 2 de agosto, demócratas y republicanos estadounidenses alcanzaron por fin un acuerdo para aumentar el techo de la emisión de deuda pública que hasta ese momento estaba limitado a 14,3 billones (trillones estadounidenses) de dólares y se encontraba a punto de ser superado. De no haberse producido ese acuerdo, el gobierno estadounidense no hubiese podido atender sus compromisos y habría entrado en situación de suspensión de pagos.

Por tanto, la aprobación del nuevo límite permite respirar al gobierno de Obama aunque no reduce en nada la gravedad de la situación. Se trata sólo -tomando prestada la expresión del rugby- de una patada a seguir porque significa, básicamente, que el gobierno va a poder seguir dándole a la maquinita del dinero por la vía de emitir obligaciones públicas que serán inmediatamente adquiridas –esto es, monetizadas- por su banco central, la Reserva Federal. De esa forma, Estados Unidos podrá seguir cubriendo de forma temporal sus déficit gemelos -fiscal y comercial- a la espera de un ajuste que, cada día que pasa, se convierte en más improbable.

Como dicen que una imagen vale más que mil palabras, aquí os dejo una que es bastante ilustrativa del nivel de la deuda emitida por los Estados Unidos. Para que tengamos alguna referencia distinta a la visual de dicho nivel basta con señalar que la misma equivale a 14 veces el PIB de España o a 20 veces el nivel de la deuda pública española.

Pero, además, si a la cantidad de deuda pública emitida por Estados Unidos sumamos la deuda privada de los hogares y empresas estadounidenses el monto total se multiplica por diez y asciende a 114,5 billones de dólares, es decir, permitirían construir un rascacielos de billetes de 100 dólares con más de 500 metros de altura.

Y, a pesar de todo ello, las agencias de calificación de riesgo siguen manteniendo la calificación de triple A para la economía estadounidense. Curioso, ¿verdad?

Rubalcaba comienza mal

“Tuvimos 8 años para pinchar la burbuja inmobiliaria y no lo hicimos” (Alfredo Pérez Rubalcaba en una entrevista radiofónica este domingo, 31 de julio).

¿Burbuja inmobiliaria? ¿Alguien pensó alguna vez en ese gobierno que existía una burbuja inmobiliaria en este país y no que el crecimiento de nuestra economía era, precisamente, el producto de su atinada política económica? Mire usted por dónde que lo que ayer se vendía como prosperidad y crecimiento ahora se reconoce que era una burbuja artificialmente inflada.

¿Pinchar? ¿Alguien pensó alguna vez en ese gobierno que se debía intervenir sobre los sectores inmobiliario y bancario para tratar de reconducir la situación de alguna manera? ¿Alguien dijo algo diferente a que los precios del sector inmobiliario acabarían experimentando un “aterrizaje suave” y que, por lo tanto, la intervención no era necesaria? Es más, ¿alguien pensó alguna vez en ese gobierno que lo que estaba haciendo su política económica era, precisamente, insuflar aire en esa burbuja?

Es por ello que ni en términos de reconocimiento de culpa ni de petición de disculpas pueden aceptarse las palabras de Rubalcaba. Existía una burbuja y se la ignoró. Cuando se dispuso de la oportunidad, faltó la voluntad. Y, lo que es peor, cuando la voluntad orientó la acción política, ésta operó precisamente en sentido contrario al necesario para desinflarla. Y de todo ello, para más inri, se hizo vanagloria pública.

En roman paladino: no lo hicieron porque su opción política fue no sólo no pinchar la burbuja sino alimentarla. Ni más ni menos. Así que, ahora, en lugar de tanto golpe de pecho, se agradecería que se asumieran responsabilidades no por los errores sino por las políticas; no por la torpeza sino por la estrategia; no por las consecuencias sino por los principios. Por ahí debería comenzar todo.

Alberto Montero