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Otra vez en La Paz

Después de no sé cuántas horas de vuelo retorno a La Paz y, a pesar de toda la pereza que dan los días previos al viaje, lo cierto es que una vez aquí todo se diluye y los reencuentros y las expectativas de las nuevas líneas de trabajo hacen que las pilas comiencen a recargarse poquito a poco.

Y es que se agradece salir de nuestra asfixiante realidad. Una realidad en la que cada día que pasa vamos normalizando el sufrimiento social a medida que interiorizamos que este estado de cosas puede prolongarse durante mucho tiempo y que, en tanto no nos golpee personalmente, tampoco es tan grave o, lo que es peor aún, a medida que nos aferramos con la esperanza del náufrago al discurso oficial de que estamos saliendo de la crisis cuando, por el contrario, sigue sin haber tierra a la vista.

Al volver a Bolivia veo sus avances, veo como lo que era imposible hace apenas diez años es ahora una realidad construida a partir de la voluntad popular, del deseo de dignificación y la lucha contra la exclusión, de la anteposición de la necesidad al beneficio. Para que eso haya podido tener lugar y se haya convertido en la realidad cotidiana del pueblo boliviano, éste tuvo que dejar atrás el miedo; tuvo que pensar que lo que estaba por venir nunca podría ser peor que lo que estaba ocurriéndole; tuvo que comenzar a improvisar día a día, a construir y reconstruir todo desde lo nuevo, sabiendo que más de una vez se equivocaría y que, en esos casos, no quedaría más remedio que dejar a un lado la soberbia de la que se reviste el poder y reconocer con humildad los errores. Tuvo que dejar de pensar con la mente de sus dominadores y pasar a defender sus propios pensamientos y formas de ver y entender la vida; tuvo que empezar a labrar su propio destino, día a día, sin saber las preguntas que se le plantearían por el camino y, mucho menos, teniendo las respuestas preparadas para todas ellas.

Por eso, básicamente por eso, este pueblo es un ejemplo hacia el que deberíamos volver nuestra soberbia mirada eurocéntrica. Tal vez aprenderíamos algo.

(En la foto, a pesar de que no es de muy buena calidad, podéis ver dos ejemplares de la especie que cuida de que los automóviles respeten los pasos de cebra cuando salen los niños de la escuela).

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Un comentario a “Otra vez en La Paz”

  1. Buenas tardes Alberto,

    Cuánta razón tienes cuando hablas de que se puede cambiar y qué feliz me hace que eso se esté consiguiendo gracias al consenso y la buena gestión que estáis llevando acabo en los Países de América latina.
    Nuestro país, cada vez mas está siendo castigado por seres que no parecen ni siquiera de este planeta, pues al parecer no están percibiendo la realidad qué aquí a todos nos rodea, y tampoco cesan en su empeño, pues cada día que pasa bajo esta crisis hay montones de ciudadanos que de un modo u otro dejan de tener derechos como tal o se ven privados de libertades de las cuales han gozado desde hace muchos años. ¿Qué estamos haciendo mal?
    Hace unas semanas te comentaba que si seguíamos en esta situación, el colectivo más indefenso del planeta (los niños/as), en este caso de nuestro país, podrían estar expuestos a sufrir desplazamientos de la educación al mercado laboral por parte de sus familias que no se ven de otra, que enviarlos a la calle en busca de un trabajo mal pagado para que ayude a llegar a fin de mes. ¿Por qué no se dan cuenta? Mientras en América latina se intenta erradicar esta lacra aquí no ponemos freno. ¿Qué nos espera?

    Lo que está claro es que nos han engañado pero bien, y está claro que nos han vendido un cuento que no se corresponde con la realidad, porque la verdad, creo que en ningún programa electoral me suena leer las palabras recortes, subidas de impuestos o bajada de salarios y aumento de horas de trabajo o funciones y una larga lista de injusta y duras imposiciones que hoy no terminaría de enumerar.
    Alberto, por ello, adoro y espero que sigas contándonos con tus palabras otro cuento distinto al nuestro, el cuento de América latina y de los países que la forman, una América que bajo la lucha de todos ya está más cerca de conseguir lo que en un pasado solo unos pocos imaginaban.

    Que pases una bonita estancia en la Paz.
    Saludoss

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Alberto Montero